No pretendo molestaros

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Yui Shin

viernes, 5 de mayo de 2017

LIBERTAD Y FELICIDAD

          Si quisiéramos remontarnos en el tiempo, tratando de encontrar la búsqueda de una vida mejor, de libertad y control de ella, tendríamos que remontarnos más allá de la memoria, cuando solamente los libros que nos relatan las guerras de los dioses, o nuestras diferencias con un único Dios, tratan de encontrar el origen de nuestra insatisfacción, nuestra infelicidad.
          Hemos tenido innumerables revoluciones, grandes gobernantes derrocados por otros nuevos, malos gobernantes y dictadores, sátrapas, locos que creían que ellos eran los dioses del pueblo, todos cambiando un orden para establecer el bueno, el que nos trajese la libertad y la felicidad ansiada.
          Nos enfrentamos a Dios, pues parecía que en el Paraíso no había suficiente autonomía y libertad.
          Nos enfrentamos entre hermanos, asesinamos a nuestros padres, construimos sociedades llenas de tramas, confabulaciones y traiciones por alcanzar el poder, para ofrecer al pueblo una vida de felicidad y libertad.
          Murieron los grandes héroes buscadores de gloria, murieron  o fueron asesinados los grandes césares, se unieron o fueron conquistadas tribus para crear imperios, nacieron y murieron los caballeros, los samuráis, los profetas, los magos y las revoluciones en busca de la libertad, nos trajeron nuevas formas, en la que el valor moral dependía del poder y la fortuna.
          Todas ellas nos trajeron nuevas formas de libertad, nos dijeron que teníamos que ser felices, puesto que podían decirnos cómo vivir y los filósofos explicaban cómo ser felices.
          Los grandes y poderosos emperadores, fueron desapareciendo, las colonias se liberaron, y se les dio la libertad que pudieran comprar con sus productos, les fue retirada la protección de las armas de los poderosos y se aumentó el comercio.
          Quizás la única colonia liberada que se unió a los grandes poderes, es Estados Unidos, que se liberó de las cadenas, necesitando solamente destruir a los indios americanos, para crear una gran libertad de los triunfadores. Más o memos como ha sido a lo largo del tiempo, alguien gana y le dice al pueblo que ha logrado sus metas. Obviamente estas: “Sus metas”, siguen sin ser las del pueblo.
          Lo gracioso, si es que podemos reírnos de nosotros, es que el que siempre se ha partido el pecho, ha sido el pueblo. Una mitad detrás de uno, otra mitad detrás del otro, y cuando estos se quitan de taparnos la visión, solamente encontramos la mitad del pueblo, enfrentados y matándose entre ellos. Terminada la pelea, unos reciben migajas y los otros tienen que olvidar y hacerse los simpáticos con los ganadores.
          Mientras los amigos de los ganadores y de los perdedores, viven repartiéndose el botín o bien de lo que han podido robar cuando mandaban si es que han perdido.
          ¡Fuera los Césares, fuera los reyes, fuera los zares, fuera un tipo de control y poder del que no sea “Yo” el jefe, o cuando menos uno de los que están en el círculo de poder!.
          El pueblo sin decir nada, se queda cambiando la gente en los diferentes grupos establecidos: “¡Patriotas, traidores, pelotas, arrastrados, maquinadores, opositores, vagos, trabajadores, oportunistas!”, muchos son los grupos fijos en toda sociedad, pero solamente queda si miramos en la historia un camino: “Si alguno de ellos llega al poder, no mejorará lo que había”.
          Ahora queda saber la importancia del pueblo, que desde luego, no es el de imponer una mitad a la otra un poder, sino el de no necesitarlo, el poder está en saber convivir sin necesitar las leyes que nos obliguen, el necesitar un poder que nos diga cómo debe ser nuestra vida, el tener y usar la dignidad en lugar de buscar una vida digna, el ser justos en lugar de pedir justicia, el hacer cada uno en lugar de exigir que lo hagan los demás.
          Simplificamos y liberamos nuestra mente, creando un solo Dios, sin tenernos que aprender la vida y milagros de montones de ellos, pensamos que habíamos crecido y no teníamos que vivir de la gracia y amor de Dios, eligiendo una vida que nosotros fuésemos los responsables, en la que: Nos ganáramos la vida que tenemos con el sudor de nuestra frente.
          No es estableciendo nuevos dioses: Poder, dinero, posesiones, control, lo que nos llevará a la libertad y la felicidad, sino que verdaderamente nazca: El pueblo de la Humanidad. Pero no puede nacer en un país, en un continente, en una tierra, porque solamente puede nacer en “Mí”, un mí que tiene que ser cada uno, todos.


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