Si quisiéramos
remontarnos en el tiempo, tratando de encontrar la búsqueda de una vida mejor,
de libertad y control de ella, tendríamos que remontarnos más allá de la
memoria, cuando solamente los libros que nos relatan las guerras de los dioses,
o nuestras diferencias con un único Dios, tratan de encontrar el origen de
nuestra insatisfacción, nuestra infelicidad.
Hemos tenido
innumerables revoluciones, grandes gobernantes derrocados por otros nuevos,
malos gobernantes y dictadores, sátrapas, locos que creían que ellos eran los
dioses del pueblo, todos cambiando un orden para establecer el bueno, el que
nos trajese la libertad y la felicidad ansiada.
Nos enfrentamos
a Dios, pues parecía que en el Paraíso no había suficiente autonomía y
libertad.
Nos enfrentamos
entre hermanos, asesinamos a nuestros padres, construimos sociedades llenas de
tramas, confabulaciones y traiciones por alcanzar el poder, para ofrecer al
pueblo una vida de felicidad y libertad.
Murieron los
grandes héroes buscadores de gloria, murieron
o fueron asesinados los grandes césares, se unieron o fueron conquistadas
tribus para crear imperios, nacieron y murieron los caballeros, los samuráis, los
profetas, los magos y las revoluciones en busca de la libertad, nos trajeron
nuevas formas, en la que el valor moral dependía del poder y la fortuna.
Todas ellas
nos trajeron nuevas formas de libertad, nos dijeron que teníamos que ser
felices, puesto que podían decirnos cómo vivir y los filósofos explicaban cómo
ser felices.
Los grandes
y poderosos emperadores, fueron desapareciendo, las colonias se liberaron, y se
les dio la libertad que pudieran comprar con sus productos, les fue retirada la
protección de las armas de los poderosos y se aumentó el comercio.
Quizás la única
colonia liberada que se unió a los grandes poderes, es Estados Unidos, que se
liberó de las cadenas, necesitando solamente destruir a los indios americanos,
para crear una gran libertad de los triunfadores. Más o memos como ha sido a lo
largo del tiempo, alguien gana y le dice al pueblo que ha logrado sus metas. Obviamente
estas: “Sus metas”, siguen sin ser las del pueblo.
Lo gracioso,
si es que podemos reírnos de nosotros, es que el que siempre se ha partido el
pecho, ha sido el pueblo. Una mitad detrás de uno, otra mitad detrás del otro,
y cuando estos se quitan de taparnos la visión, solamente encontramos la mitad
del pueblo, enfrentados y matándose entre ellos. Terminada la pelea, unos
reciben migajas y los otros tienen que olvidar y hacerse los simpáticos con los
ganadores.
Mientras los
amigos de los ganadores y de los perdedores, viven repartiéndose el botín o
bien de lo que han podido robar cuando mandaban si es que han perdido.
¡Fuera los Césares, fuera los reyes, fuera los zares,
fuera un tipo de control y poder del que no sea “Yo” el jefe, o cuando menos
uno de los que están en el círculo de poder!.
El pueblo
sin decir nada, se queda cambiando la gente en los diferentes grupos
establecidos: “¡Patriotas, traidores,
pelotas, arrastrados, maquinadores, opositores, vagos, trabajadores,
oportunistas!”, muchos son los grupos fijos
en toda sociedad, pero solamente queda si miramos en la historia un camino: “Si alguno de ellos llega al poder, no mejorará lo que había”.
Ahora queda
saber la importancia del pueblo, que desde luego, no es el de imponer una mitad
a la otra un poder, sino el de no necesitarlo, el poder está en saber convivir
sin necesitar las leyes que nos obliguen, el necesitar un poder que nos diga cómo
debe ser nuestra vida, el tener y usar la dignidad en lugar de buscar una vida
digna, el ser justos en lugar de pedir justicia, el hacer cada uno en lugar de
exigir que lo hagan los demás.
Simplificamos
y liberamos nuestra mente, creando un solo Dios, sin tenernos que aprender la
vida y milagros de montones de ellos, pensamos que habíamos crecido y no teníamos
que vivir de la gracia y amor de Dios, eligiendo una vida que nosotros fuésemos
los responsables, en la que: Nos ganáramos la
vida que tenemos con el sudor de nuestra frente.
No es estableciendo
nuevos dioses: Poder, dinero, posesiones, control, lo que nos llevará a la libertad
y la felicidad, sino que verdaderamente nazca: El pueblo de la Humanidad. Pero no
puede nacer en un país, en un continente, en una tierra, porque solamente puede
nacer en “Mí”, un mí que tiene que ser cada uno, todos.
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