A veces es un sentimiento lo que deseas escribir.
Damos
por cierto que nuestra vida es algo que nos pertenece, que no es nada más que
lo que vivimos, que no puede hacer nada, que no puede sentir o pensar, que
simplemente tiene que resignarse a ser lo que nosotros seamos capaces de vivir.
Todas
nuestras expectativas de futuro, están en que:
“Dios nos perdone y permita
que vivamos en el cielo, el Paraíso, o al menos en un lugar más perfecto y
mejor que ahora, al no poder elegir libremente lo que haremos en nuestra vida.
Que nuestros creadores de
otra Galaxia, nos pondrán un implante o modificarán genéticamente, haciéndonos
buenos, honestos, sinceros, felices y humanos. Solamente tendremos que
renunciar a nuestro Libre Albedrío.
Que alguien más
evolucionado, vendrá de otra Galaxia y nos obligará a ser felices y humanos.
Que un gobierno, pondrá
suficiente policía y leyes para obligarnos a convivir honradamente como nos
digan”.
De rodillas postrado, Pedí paz mundial Y que no hubiese hambre.
(Como en una película que vi
de un concurso de belleza, que tenían que acordarse de decir la frase en su discurso).
¿Qué puede sentir nuestra
vida, sino vergüenza de lo que hemos hecho de ella?
¿Qué puede hacer sino
llorar lagrimas amargas, al ver cómo la estamos viviendo?
Sollozos resonaron en el aíre, Al volverme, Mi vida, con rostro
lloroso, Me dijo con voz entrecortada:
Porque somos nosotros los
que hemos renunciado a vivirla, a ser los responsables de hacerlo.
Como pordioseros inútiles,
nos dedicamos a mendigar que alguien nos cambie, que arregle nuestra vida, que
nos obligue a ser lo que deberíamos ser: “Seres humanos, los
creadores de nuestra vida, los creadores de lo que somos, los responsables de
su Libre Albedrío”.
“¿Por qué, me has abandonado?, ¿Por qué, a otras manos, Me has
entregado?”.
Hemos renunciado, a
vivirla, a ser los que la creamos, a ser sus responsables, sus padres, sus
amigos, sus compañeros, dejándola a su suerte, a lo que otros hagan de ella,
para poder vivir nuestros sueños, nuestros deseos, el destino que nosotros hemos
dicho que nos corresponde: “Una vida de felicidad y humanidad, en la
que su convivencia se realice en el Amor”.
Pero hemos terminado por
limosnear: Que nos cambien, que nos modifiquen, que nos obliguen a vivir la
vida que pensamos que nos corresponde.
La Vida llora, que la
hayamos abandonado, por haberla abandonado, al renunciar a la Libertad, al
Libre Albedrío, a la Responsabilidad de ser sus creadores, su mitad
inseparable.
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