Son versos
sueltos los que hacen el poema, pero también hay versos que siendo el poema,
perteneciendo al poema, son versos sueltos, por seguir un camino que lleva
fuera de él.
“¿No es verdad, ángel de amor, que en esta apartada
orilla, más pura la luna brilla y se respira mejor?”
Alguien que
nunca ha amado, que ha dedicado su vida al engaño, a la mentira, al abuso, a
devolver dolor y sufrimiento, en su búsqueda de ser amado, es tocado por
primera vez por el ángel del amor, por un amor que sin miedo a perder su alma,
aún estando prometida a su Dios, es capaz de renunciar a sí misma, por
conseguir que Don Juan, encuentre el amor en sí mismo, pudiendo llegar,
pertenecer al poema en el que ha estado en su sin vivir.
Es cuando
por primera vez consigue percibir el amor del que está rodeado, en el que está
inmerso y que él ha llenado de rencor, engaño, dolor y sufrimiento. Es el
momento, en el que se llena de dolor por cuanto ha entregado a cambio del amor
recibido, sintiendo el dolor de todo el poema producido por un verso suelto,
que creía que él era el poema.
“Esta aura que vaga llena de los sencillos olores de las campesinas
flores que brota esa orilla amena; esa agua limpia y serena que atraviesa sin
temor la barca del pescador que espera cantando al día, ¿no es cierto, paloma
mía, que están respirando amor?
Finalmente el
ángel del amor, le toca el alma en forma de Doña Inés. En el dolor de su
purgatorio, ve cómo en la convivencia, en la relación de cuanto le rodea, la
respiración no es de aíre, sino de amor, encuentra, que cuanto ha recibido ha
sido ignorado, que las semillas que fueron sembradas en él han sido descuidadas
y perdidas.
El verso, comienza a ser poema.
Creemos que
es una simple obra de teatro, que es un libro escrito para que podamos leer,
pero miremos el poema de nuestras vidas, miremos alrededor, cómo los versos
caminan sueltos sin ser poema, el poema de la Vida, el poema de Amor de la
Vida, está lleno de versos sueltos de: “Mentiras,
engaños, egoísmos, egolatría, dolor y sufrimiento”.
Vemos los
que quieren conseguir un cielo de huríes, y siembran el terror, el miedo, el
dolor y el sufrimiento como verso del poema de Amor de Allah. Un cielo en el
que cuanto les rodea sirve para proporcionarles amor, felicidad, placer y
satisfacción y que ellos simplemente son los receptores, sin que nada de cuanto
les rodea reciba su amor, el amor de ellos, que piden ese amor por esparcir el
odio.
Lo hemos
visto en muchas facetas de las civilizaciones, en todas las religiones en un
momento u otro, que se espera el Paraíso o el Cielo, por matar o sembrar el
sufrimiento, en el nombre de Dios.
Dios, bajo
cualquier apariencia o nombre, es el poema de amor de la Vida, en él no cabe
ningún verso que no sea de amor, no cabe ni un verso que tenga “un yo antes de amo”. Porque es en ese
poema en el que viviremos.
Quizás los
que matan y asesinan en el nombre de Dios, vayan a un Paraíso de huríes, que
les serán eternamente cambiadas, no por otras mejores o más bellas, sino cuando
comiencen a amarlas, para que puedan vivir en el sufrimiento eterno, hasta que
ese sufrimiento no sea por lo que pierden, sino por el daño y sufrimiento producido,
en busca de ser recompensados, porque lo que venden por la recompensa, es el
Amor de su Dios, incapaz de existir en el odio que albergan sus corazones.
En una
historia del Islam Antiguo, una persona
venida a menos, tenía un magnifico caballo, por darle de comer apenas comía él.
Un día, un vecino vino a darle una gran cantidad de dinero a cambio del caballo,
resolviendo sus problemas económicos, por el afecto que sentía por él, que había
sido un buen hombre cuando era rico.
Al tener
según la costumbre, que ser recibido y agasajado, antes de hablar de negocios,
le fueron servidos unos manjares y al terminar le dijo el objeto de su visita,
a lo que fue respondido: “Él, ya es tan tuyo como mío, pues lo habéis recibido
en vuestro plato”.
La costumbre
del Islam era, que cualquier persona que llegaba a tu hogar, sin ser preguntada
era bien recibida y agasajada, entregando lo mejor de cuanto Allah te había bendecido.
En el Amor
este es el poema escrito: “Entregar lo mejor
de cuanto somos a quien llega a nuestro hogar: La Vida”, los versos sueltos son: "Los que no hablan con amor, ni manifiestan amor".
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