No sé si será el paso de los años o la
primavera, podría ser nostalgia, pero vienen a mi recuerdo las frases
incongruentes de mi Maestro, que independientemente de las situaciones, de sus
palabras y de su significado, eran siempre repetitivas.
Cuando
estábamos aburridos, nostálgicos de nuestras casas, enfadados, teníamos un buen
o mal día y le preguntábamos, decía: “Sube a meditar”. Cuando nos dolía
todo el cuerpo o la mente iba a cien por hora, le buscábamos y al preguntarle,
¿qué hacíamos?, su respuesta: “Sigue meditando”. Por supuesto, al
final lo que más nos importaba era, qué íbamos a conseguir meditando, si le
preguntabas, pues: “Por mucho que medite un ladrillo, no dejará de ser un ladrillo”.
Al menos
nos quedaba que si seguíamos meditando, alcanzaríamos la ansiada Meta: “Si el primer paso es erróneo, cuanto más caminas, más te alejas de
la meta”. Podíamos pasarnos el día
preguntando, subiendo y bajando de la Sala de Meditación (El Zendo),
escuchando: “Aquí y Ahora”.
Acerca de
la manera de meditar hay dos frases de las que me acuerdo mucho, porque nos las
podía repetir en respuesta a todas las preguntas: “Issho kenmei”, “Una sola respiración, Just one breath only”. El significado de Issho kenmei, es el de entregarse totalmente
a cada momento, cada acción, cada respiración. Toda la Meditación, toda una
Vida, es una sola respiración, en la cual, al entregarte inspiras cuanto la
Vida te ha entregado y expiras, lo que has creado con ello.
Cuando
estabas en la Meditación o a muchas preguntas, escuchábamos en el silencio sus
palabras, para los que no conseguíamos oírlas siempre por primera vez, al no
escucharlas en el silencio, solamente sabidas de memoria: “Ichi tantei”.
Si nos
entregamos a algo, ¿qué nos quedará para nosotros?.
Así que
seguimos haciendo y creando meditación, para tener mucha y conseguir los
beneficios que nos aporta.
Hay un
dios mono llamado Hanuman, viajero empedernido y curioso que ha intentado ver
todos los universos viajando a los más lejanos y pudiendo observar todas las formas de vida
posibles. Al volver de nuevo al Universo de Buda, éste le mostró la señal, que
Hanuman había dejado en el más alejado de los universos, marcada en Su mano.
Pero es
otra de sus historias, que está a punto de escribirse la que quiero contaros.
No quiso contar, que había viajado fuera de todos los universos, al mirar para
atrás se quedó anonadado, al ver que todos los universos estaban metidos en “una gran hucha”. La hucha, era “una gran hucha llorona” al haber perdido a Hanuman, que intentando encontrar su
verdad, había conseguido salir de ella. Es el Universo, la Vida llorando cuando
alguien se separa, pretendiendo estar fuera de Ella, no siendo uno con los demás,
en una sola Sociedad Humana.
Tratamos
con todas nuestras fuerzas encontrar lo que es nuestra realidad, queremos
unirnos con nuestro Ser, queremos alcanzar la Iluminación, para ello seguimos:
religiones, filosofías, innumerables prácticas, meditamos, intentando que todo
ello nos lleve a saber, a ver, a encontrar, a alcanzar, nuestras metas. Todas
las prácticas, la Meditación, Buda, el Padre, que tanto nos esforzamos por
encontrar, seguimos sin encontrarlos, al conservar el ego que nos mantiene
fuera, viéndolos e intentando llegar a ellos.
“Sube
a meditar”. “Sigue meditando”. “Por mucho que medite un ladrillo, no dejará de
ser un ladrillo”. “Si el primer paso es erróneo, cuanto más caminas, más te
alejas de la meta”. “Aquí y Ahora”. “Issho kenmei”, “Una sola respiración, Just
one breath only”.
No hay nada que
decir, nada que escuchar, porque solamente hay una respuesta por nuestra parte
a todas estas respuestas: “Ichi tantei”. Silencio.
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