No pretendo molestaros

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Yui Shin

martes, 19 de septiembre de 2017

LA VIDA EN LOS PIES

          Aunque no existe en realidad un mundo separado de la salud, hoy quiero hablaros, de mis conversaciones con los pies de la gente durante unos 20 años.
          Durante mis prácticas en K. Lumpur, mi profesora, diagnosticaba en chino a las preguntas hechas en inglés, de las personas a las que yo les daba el masaje. Un día que le pedí que me explicara uno de los diagnósticos, su respuesta fue: “Dentro de diez años, sabrás la respuesta”. Extraña respuesta para un occidental, pero al final aprendí a mirar y hablar con los pies, viendo lo que yo veía y en el idioma que yo entendía. Mi profesora era: Maestra Taoísta, acupuntora, doctora en M. china, fitoterapeuta china, y más títulos que no recuerdo y que probablemente no me dijo. Pienso que nunca habría podido hablar con los pies en su idioma, ni ver lo que ella veía. Hoy le agradezco su honesta respuesta.
          La vida que miraba en ellos es la mental en cuanto a lo sólido, la emocional en cuanto líquido y la actitud ante ella en cuanto a lo etéreo, gaseoso, del aire y la respiración.
          Los cuatro puntos cardinales de mis observaciones, en los que intentaba plasmar estos mundos y el camino que una persona había llevado para llegar donde estaba, son: Comer, cagar, beber, mear y respirar. Las caras de sorpresa de los pacientes, al comenzar a hablarles de estos temas, intentando ver la forma en que cada uno de ellos era realizado, me han producido buenos momentos. Muchas veces me decían, que si me explicaban o sabía por qué habían venido. Mi respuesta: Que, si cuando terminase de decirles lo que veía lo creían necesario, que me lo explicasen y si tenían un problema concreto que sí que me lo dijesen, pero cuando terminase mi diagnóstico.
          Nuestra manera de comer es el reflejo de nuestras pautas mentales, teniendo en cuenta que la Vida se alimenta de la vida, que todo el Universo necesita alimentarse y que el resultado depende de esta actividad. Podemos imaginar la importancia, no de los alimentos, sino de nuestra actitud y forma de alimentarnos.
          Lo primero es estar comiendo, totalmente contrario a meter comida en la boca. O lo que es lo mismo estar donde estás, aquí y ahora.
          Lo segundo es la actitud: disfrutar de la comida, como muestra de gratitud a la vida que nos alimenta y a las personas que lo han hecho posible, aceptación de lo que hay en el plato, pues no podemos alimentarnos de otra cosa.      Cambiando las veces que queramos lo que hay en el plato, porque no nos gusta, finalmente cuando lo comamos, “comeremos lo que hay en el plato”. El alimento de nuestro ser es lo que estamos viviendo ahora, lo que hay en el plato, en nuestras vidas.
          Lo tercero es masticar bien, lo necesario. No hablo de tiempo, ni de las circunstancias, sino de hacerlo correctamente, esto es masticar bien. La mejor manera de no comer más de lo necesario es aprovechando al máximo lo que nos tragamos. ¿Cuántas veces perdemos el tiempo en nuestras vidas, por tragarnos las cosas sin saber qué son?. ¿Cuántas veces, vivimos en un bucle por no haber masticado bien una situación, aprovechando sus enseñanzas al máximo?.
          Para poder comer así, lo más importante es amarse, porque solamente desde el respeto hacia uno mismo, podemos respetar la vida que nos alimenta. Respetar el lugar donde estamos: la mesa, lo que estamos haciendo: comiendo, el sacrificio que recibimos: de los alimentos para mantener nuestra vida, que con tanta hambre en el mundo podamos comer. Este respeto nace de la gratitud de verdad, que no es decir qué bueno o gracias, sino respetarnos y respetar a la vida que nos alimenta.
          El cuarto punto es: una vez aprovechado al máximo lo que hemos tragado, masticando lo suficiente para necesitar la mínima cantidad de alimento, hay vidas esperando lo que no hemos aprovechado y que lo necesitan para vivir, nuestra obligación hacia ellas es: sin importarnos la calidad de lo que hemos comido, ni si nos agradó, ni si ha sido caro o barato o si vamos a poder comer de nuevo, expulsar cuanto antes lo que nos ha sobrado, lo innecesario, porque no solamente otras vidas dependen de ello, la nuestra también, porque si no lo hacemos nos envenenaremos.
          No es la calidad de la vida que nos alimenta, ni si es agradable, ni si nos gusta o no, es su aprovechamiento, no llevar en nosotros lo que sobra, lo innecesario, lo que no podemos aprovechar, lo que es realmente importante, porque lo que aprovechamos se transforma en nosotros y lo que no hemos aprovechado, nos envenena. Esta es la importancia de cagar, para abonar la vida de los campos.
          Todo el hambre: de deseos, insatisfacciones, querer hacer más de lo que podemos, y en general el hambre mental, se transforma en hambre compulsiva del cuerpo y en su aspecto contrario, el rechazo de alimentarnos, ambas situaciones nos llevan a la angustia, falta de autoestima, insatisfacción y en general, no saber vivir.
          Alimentarse, es simplemente aprovechar lo que hay en el plato, disfrutarlo y masticarlos correctamente, antes de tragarlo.


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