Aunque no existe en realidad un mundo
separado de la salud, hoy quiero hablaros, de mis conversaciones con los pies
de la gente durante unos 20 años.
Durante
mis prácticas en K. Lumpur, mi profesora, diagnosticaba en chino a las
preguntas hechas en inglés, de las personas a las que yo les daba el masaje. Un
día que le pedí que me explicara uno de los diagnósticos, su respuesta fue: “Dentro de diez
años, sabrás la respuesta”. Extraña
respuesta para un occidental, pero al final aprendí a mirar y hablar con los
pies, viendo lo que yo veía y en el idioma que yo entendía. Mi profesora era:
Maestra Taoísta, acupuntora, doctora en M. china, fitoterapeuta china, y más
títulos que no recuerdo y que probablemente no me dijo. Pienso que nunca habría
podido hablar con los pies en su idioma, ni ver lo que ella veía. Hoy le
agradezco su honesta respuesta.
La vida
que miraba en ellos es la mental en cuanto a lo sólido, la emocional en cuanto
líquido y la actitud ante ella en cuanto a lo etéreo, gaseoso, del aire y la
respiración.
Los cuatro
puntos cardinales de mis observaciones, en los que intentaba plasmar estos
mundos y el camino que una persona había llevado para llegar donde estaba, son:
Comer, cagar, beber, mear y respirar.
Las caras de sorpresa de los pacientes, al comenzar a hablarles de estos temas,
intentando ver la forma en que cada uno de ellos era realizado, me han
producido buenos momentos. Muchas veces me decían, que si me explicaban o sabía
por qué habían venido. Mi respuesta: Que, si cuando terminase de decirles lo
que veía lo creían necesario, que me lo explicasen y si tenían un problema
concreto que sí que me lo dijesen, pero cuando terminase mi diagnóstico.
Nuestra
manera de comer es el reflejo de nuestras pautas mentales, teniendo en cuenta
que la Vida se alimenta de la vida, que todo el Universo necesita alimentarse y
que el resultado depende de esta actividad. Podemos imaginar la importancia, no
de los alimentos, sino de nuestra actitud y forma de alimentarnos.
Lo segundo
es la actitud: disfrutar de la comida, como muestra de gratitud a la vida que
nos alimenta y a las personas que lo han hecho posible, aceptación de lo que
hay en el plato, pues no podemos alimentarnos de otra cosa. Cambiando las veces que queramos lo que hay
en el plato, porque no nos gusta, finalmente cuando lo comamos, “comeremos lo que
hay en el plato”. El alimento de nuestro ser
es lo que estamos viviendo ahora, lo que hay en el plato, en nuestras vidas.
Lo tercero
es masticar bien, lo necesario. No hablo de tiempo, ni de las circunstancias,
sino de hacerlo correctamente, esto es masticar bien. La mejor manera de no
comer más de lo necesario es aprovechando al máximo lo que nos tragamos.
¿Cuántas veces perdemos el tiempo en nuestras vidas, por tragarnos las cosas
sin saber qué son?. ¿Cuántas veces, vivimos en un bucle por no haber masticado
bien una situación, aprovechando sus enseñanzas al máximo?.
Para poder
comer así, lo más importante es amarse, porque solamente desde el respeto hacia
uno mismo, podemos respetar la vida que nos alimenta. Respetar el lugar donde
estamos: la mesa, lo que estamos
haciendo: comiendo, el sacrificio que recibimos: de los alimentos para
mantener nuestra vida, que con tanta hambre en el mundo podamos comer. Este respeto nace de la gratitud de verdad, que no es
decir qué bueno o gracias, sino respetarnos y respetar a la vida que nos
alimenta.
El cuarto
punto es: una vez aprovechado al máximo lo que hemos tragado, masticando lo
suficiente para necesitar la mínima cantidad de alimento, hay vidas esperando
lo que no hemos aprovechado y que lo necesitan para vivir, nuestra obligación
hacia ellas es: sin importarnos la calidad de lo que hemos comido, ni si nos
agradó, ni si ha sido caro o barato o si vamos a poder comer de nuevo, expulsar cuanto
antes lo que nos ha sobrado, lo innecesario, porque no solamente otras vidas
dependen de ello, la nuestra también, porque si no lo hacemos nos
envenenaremos.
Todo el
hambre: de deseos, insatisfacciones, querer hacer más de lo que podemos, y
en general el hambre mental, se transforma en hambre compulsiva del cuerpo y en
su aspecto contrario, el rechazo de alimentarnos, ambas situaciones nos llevan
a la angustia, falta de autoestima, insatisfacción y en general, no saber
vivir.
Alimentarse,
es simplemente aprovechar lo que hay en el plato, disfrutarlo y masticarlos
correctamente, antes de tragarlo.
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