No pretendo molestaros

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Yui Shin

sábado, 9 de septiembre de 2017

NUESTRO PARAÍSO

          En enero de 2015, no recuerdo el porqué pensé acerca de esa vida que soñamos, viviendo en el cielo junto a Dios, siendo nosotros, conservando un yo que sería puro, que conservaría nuestra identidad, nuestra personalidad.
          ¿Cuál podría ser la Eternidad de un yo, que tendría que estar unido al Todo, siendo algo diferente?. Es el sueño del Paraíso, ese lugar donde seremos iguales a Dios, sin muerte, sin tiempo, sin cambio en la impermanencia.
          Lo siguiente es lo que se escribió.

          Estaba meditando un día, cuando me pasé a ver el Paraíso, quedé estupefacto por su belleza, así que fui a ver a Dios y le pregunté: “¿Cómo se te ocurrió, crear ese muermo y poner allí a los pobres y futuros Primeros Padres?”. Por primera vez había entendido lo de hacerle caso a la serpiente y comerse la manzana.
          Nunca encontraremos un lugar más bello y perfecto que el creado como hogar del Universo, de donde vendría toda la Vida que disfrutamos ahora, llamado Adam, y su Naturaleza de Vida, llamada Eva, los que en la segunda eternidad serían llamados Primeros Padres, creadores del Primer Pecado llamado Dualidad.
          En su perfección, en el Paraíso no existían: La muerte, el tiempo, ni la dualidad al no existir su principio. ¿Cómo podría haber dualidad sin tiempo, ni muerte?
          Al no haber tiempo, todo existía en el Ahora, pero uno muy peculiar como veremos. Al no haber muerte todo existía eternamente, pero también, como se existe donde no hay muerte.
          Nada más entrar, te quedas extasiado de las altas montañas con sus picos nevados, sus inmensos ríos llenos de agua, sus océanos, sus bellos animales y aves, sus plantas y árboles floridos, llenos de frutos apetecibles, y en Él, los afortunados Adán y Eva como únicos humanos.
          En las montañas, con los copos de nieve suspendidos en el aire, las flores eternamente siendo flores, los frutos siendo frutos, las hojas de las plantas siendo siempre hoja joven o adulta, los ríos en eterno orden donde las aguas siempre ocupan el mismo lugar, cada átomo, cada gota perfectamente en su sitio, los animales adultos siempre serán adultos y los jóvenes nunca crecerán, ni envejecerán.
          Los frutos no tienen semilla porque nunca serán comidos, las plantas que hay nunca morirán, con lo que es innecesario que nazcan otras. El fruto siempre será fruto, sin haber sido flor; la flor conservará su lozanía y sus pétalos, pero nunca será fruto, por lo que su olor, su aroma es innecesario, pues quién lo olerá si no existe el tiempo.
          Entre ellos Adán y Eva, niños, jóvenes, adultos y ancianos, ocupando inmóviles la posición de cada una de sus etapas, de cada uno de sus eternos momentos. Sin nada que decir, sin conocer a Dios, sin saber quién era el otro, sin saber tan siquiera, quienes eran ellos mismos.
          Todo era perfecto, eterno, al no existir la muerte o el tiempo, Dios los creó en la Eternidad, con todas las situaciones que podrían vivir, situándolos en cada ahora en la posición y circunstancias que crearían. No sentían deseos, por lo que no necesitaban expresarse o tener que hablar, existían en un ahora sin tiempo, por lo que al igual que las aguas del río, carecían de movimiento. Sin muerte, existiendo solamente en la eternidad, los copos de nieve nunca serían agua, los que caían de la nube, nunca llegarían a posarse en la montaña, y la montaña nunca sabría del mar, a pesar de estar unida a él por el río, puesto que ninguna gota de agua del mar sería nunca lluvia.
          En su Infinito Amor, y aun siendo contrario a: La muerte, el tiempo y la dualidad, con su sufrimiento, tan cambiante e imprevisible, Dios suspiró, no fue una respiración tan siquiera, solamente un ligero suspiro, que al pasar por el inmóvil viento, lo agitó, produciendo el movimiento en las hojas y la hierba, en los copos de nieva y las gotas de lluvia. A continuación, le hablo a los infinitos e inmóviles, Adanes y Evas explicándoles, que en Él existía la Gran Dualidad, que siendo Nada, Eterno, Todo, sin poder separarse, había dos mitades y que si querían moverse como las hojas y las gotas de lluvia, tendrían que alimentarse de la dualidad, del bien y del mal, existente en el tiempo, que es el que une los diferentes ahora, permitiendo recordar y creándonos el sufrimiento.
          Que para que el mar conociera la montaña, las flores se transformaran en frutos, ellos pudieran vivir su vida, y crear nueva vida, tendrían que aceptar también la dualidad de la vida, llamada muerte. Para que decidieran sabiendo lo que tenían que aceptar, les dio una nueva eternidad en el Edén, experimentaron el tiempo, la decadencia y la transformación en una nueva expresión de vida, atravesando por su hermana la muerte.
          Estamos aquí, en el lugar que elegimos, porque es donde podemos crear nuestro Paraíso. Deseamos que todo sea diferente, vivir en un lugar sin tiempo, muerte o decadencia, donde seriamos Felicidad, por la inexistencia de la infelicidad, pero esa Felicidad nos impediría ser felices, al igual que sin muerte no nacería nada, y sin tiempo, ¿Cómo podríamos unir los infinitos ahora, de un Ahora Eterno?


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