Muchos hemos
visto o leído: “Yo Claudio”, junto con las
tramas y traiciones entre familia y amigos, para alcanzar el poder.
Hemos oído
o leído acerca de: “Bellido Dolfos, de Judas, de los amigos de Viriato, del Caballo de
Troya, del cardenal Richelieu, de Juán Sin Tierra, de los condes y duques que
servían a dos reyes buscando su beneficio personal, príncipes asesinándose entre
ellos por el poder”.
A través
de la historia, podemos ir a cualquier época, y la constante del poder ha sido,
la traición en el alma de quienes desean el poder.
Podemos mirar
en todos ellos, podremos contar con los dedos de una uña, aquellos que lo
hicieron por el bienestar y la felicidad del pueblo. Al menos los que
finalmente consiguieron el poder.
Si miramos
en cualquier zona del denostado poder: “Económico, social, político,
religioso, fáctico, fuerza, capacidad armamentística, sexual, o en cualquier ámbito
que se ejerza el poder”, no encontraremos
ninguno, que su fuerza no resida en la parte sojuzgada.
Es el
pueblo oprimido el que: “Cría los alimentos, el que dispara las armas, el que sustenta
con su fuerza y ceguera al poderoso, el que provee y ejecuta los deseos y
ambiciones de la ambición del poderoso”.
A veces al
igual que Esaú, que Judas, que Bellido, vendemos nuestra dignidad, nuestra
libertad, nuestra alma, por treinta monedas, por un plato de lentejas, por las
migajas del poder.
Son, Historia,
recuerdos, cosas del pasado, algo que no sucede en un mundo donde se ejerce la
democracia y los derechos humanos. En la antigüedad, podían decir que: “Se habían caído las
redes y no funcionaban la radio, ni televisión, ni Internet, los teléfonos o
los medios de comunicación”, como excusa. Pero
hoy en día cuando vivimos en libertad, como los caballos de los picadores que
no pueden ver lo que les rodea, que podemos hacer lo que nos dicen libremente,
que recibimos una enseñanza en la que podemos memorizar cuanto es necesario
para hacer lo que quieren que hagamos, que si tenemos un móvil y una Tablet ¿para
qué necesitamos pensar?, no nos suceden esas cosas.
¿Quién será
el primero en quitarse las orejeras?, para poder mirar alrededor, en la
sociedad que hemos creado, no, no vale la excusa de que es lo que hemos
heredado.
Guerras,
hambre, una Tierra quejumbrosa, servidores del poder, miseria moral, falta de
humanidad, traiciones a los demás y a nosotros mismos, falta de amor, falta de
dignidad, falta de valores, pero seguimos marchando detrás de alguien que nos
lleve, no donde vamos, sino a donde él va.
Dicen algunos
que han estado engañando, no como individuos, sino como un grupo al servicio de
una trama de engaño para llegar al poder, para ser el alma de un pueblo que ha
perdido o vendido la suya, que son el poder legítimo, que emana de la falta de
voluntad, de la falta de deseo de ser libres, de sus seguidores. Porque no hay
libertad en ir detrás de alguien. No importa si cambiamos al guía, no es
nuestra libertad.
Solamente hay
un poder que realmente sea legítimo: “El del Amor, la hermandad,
la unión, el respeto, la dignidad, los valores, la Humanidad”.
Porque es el único poder que nos dará:
Libertad, porque haremos libres a los
que nos rodean, al no desear el poder.
Una tierra y un lugar propio, porque
no invadiremos el ajeno.
Una nación, porque seremos esa nación
cada uno, sin tener fronteras con las otras individualidades.
Sin cárceles, porque nunca aislaremos
o faltaremos a la libertad de los demás.
Solamente hay un camino hacia la
Libertad, el Amor. Solamente hay un principio donde nos lleva el Amor: La
Humanidad.
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