Es triste, ver cómo perdemos nuestras raíces, nuestro pasado, cuando por ser
gente de nuestro tiempo, olvidamos que lo que somos es todo el pasado.
Cuando caminando, tratando de ver lo que había más allá de las montañas, de los
bosques, de los grandes ríos, de los océanos, nos enfrentábamos a los peligros,
a lo desconocido, a los fríos inviernos, descubrimos que en un abrazo, todo era
más llevadero. Aceptando que lo que la vida nos ofreciera, lo aceptaríamos como
un solo miembro. Aquí estamos, peligros, rigores, monstruos, que si queréis
destruirnos o comernos, nos encontraréis siendo un solo pueblo.
En un abrazo no había engaño, tampoco deseo, en un abrazo solamente existía, la
voluntad de permanecer siendo uno, incluso en el peligro, en el miedo.
En el abrazo no puede haber discriminación. No es abrazar a quien
nos quiere, a quien nos respeta, ni tan siquiera es para los que queremos o respetamos.
El abrazo no es cariño a quien nos respeta o gratitud a quien nos
quiera, porque un abrazo es: “Pura entrega”. A quien nos quiere, a quien
no nos quiera, acogiendo el Vacío que la Vida llena. Nada que abrazar, nada que
querer, nada que nos quiera, sólo un abrazo la Vida llena.
Vinieron los saludos, que decían en
palabras, lo descubierto conviviendo, siendo un solo alma, un mismo pueblo.
Namaste, se decían al
encontrarse o despedirse, uniendo las palmas de las manos. Uniendo el Yin y el
Yang, “Mi alma acepta tu alma,
en unión, siendo una sola”.
Ubuntu, "Lo que soy,
es lo mismo y depende de lo que todos somos", o lo que es lo mismo,
lo que somos depende de lo que yo soy, de lo que yo hago, de mi responsabilidad
y entrega.
Apapachar, acariciar,
mimar, desde el alma.
Mi abuelo, decía al encontrarse con alguien: “A la paz de Dios”, está usted en la paz de Dios, la unidad, en el propio corazón
de la Vida, en el mismo lugar donde yo existo. Al despedirse no era diferente: “Vaya usted con Dios”, viva usted, en unidad, allá donde vaya.
En nuestro pensamiento está, el que un abrazo es para mostrar o conseguir algo.
Lo que socialmente percibimos en el día a día. Abrazamos para enternecer, como
preludio de una relación de amor, para conseguir romper las defensas de
alguien. Decimos un abrazo de amor, un abrazo del alma, mientras estrechamos
entre nuestros brazos, a la persona amada o deseada.
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