Este fin
de semana, me trajeron a una niña para darle masaje. Sentía dolores en algunas
zonas, le traté de explicar para ella el porqué de esas tensiones. Al pasar el
dedo por el reflejo de los conflictos con la menstruación, me sorprendió el
profundo dolor que sintió, al decirme que tenía 12 años, pensando que podría
ser por cambios hormonales en la preparación para comenzar a bajarle, se lo
expliqué un poco, pero sobre todo traté de explicar, el porqué de los problemas
cuando sí se tiene, por si pudiese evitarlos, cambiando ahora su forma de mirar
las cosas.
Le dije la
importancia de amar a la persona que permanecerá con ella toda su vida, en cada
momento. Que ese amor la debería llevar a no compararse con nadie, que, si
desea algo, si trata de conseguir algo, nunca debe de hacerlo por ser mujer u hombre,
que no debe compararse con otras personas independientemente del sexo, porque
es en esas comparaciones, donde se pierde el respeto por uno mismo.
Uno debe esforzarse
por lo que desea o necesita, no por lo que le dicen que es importante, si no es
para ayudar a otra persona. Uno no tiene deseos por su sexo o condición, sino
por su personalidad o por lo que es como persona. Lo que conseguimos, no debe de
ser por lo que se considera importante, sino por lo que uno mismo desea ser u
obtener.
El respeto
hacia los demás, se basa en la dignidad de amarse uno mismo, que si es
verdadera nos llevará a respetar a los demás. Nunca es lo que nos dicen, lo que
nos enseñan o cómo nos obligan a relacionarnos las leyes.
El deseo
de ser como el hombre o compararse con él, hace que la somatización de ese
desequilibrio percibido se establezca en lo que es propio de la feminidad: “Ovarios, pechos y
menstruación”, parece que señalo que no es
importante buscar la igualdad, y verdaderamente no lo es. Nunca vale la pena
esforzarnos para ser como otra persona.
A lo largo
de estos 20 o 30 años dedicado a la reflexología, he tenido pacientes con
grandes problemas en su menstruación, incluso mujeres de unos 40 años que no la
habían tenido desde los 13 o 14 años. Chicas jóvenes que estaban dos días en
cama, por los dolores que tenían, que desaparecieron, alguna teniéndola en cama
mientras hacía tiempo para levantarse, dándose cuenta cuando intentó
levantarse. Una mujer de 40 años, ir a urgencias cuando le bajo la regla,
creyendo que se desangraba por alguna rotura de algo.
Aparte del
masaje, siempre ha habido un comienzo a respetarse como mujer, no deseando ser
igual que nadie, sino pidiendo o exigiendo lo que se merecía o deseaba como
persona, antes de la mejoría profunda.
Porque es
en el respeto de la desigualdad, donde se encuentra la igualdad entre todos. Ese
respeto nace de amarnos a nosotros mismos, y vivir y relacionarnos desde la
dignidad.
Cuando la
niña se marchaba con los ojos brillantes, relajada y me abrazó diciendo que se encontraba
mejor, mi despedida fue que mantenerse así, es su trabajo, que se respete desde
el amor a sí misma.
Aprovechar
la vida, no guardar lo innecesario, expulsar lo que no necesitamos más, hay que
hacerlo desde el amor y el respeto, que no es completo sin dignidad y respeto
por los demás.
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