Una
persona tiene tantos entendimientos como instantes hay en su vida.
Hay tantos
entendimientos, como personas hay en cada instante.
Pero en la
simplificación, podríamos ver dos entendimientos.
El que
entiende la letra o lo perceptible.
El que
entiende el espíritu, de lo que se manifiesta.
En el
otro, es lo que hemos apreciado desde nuestro Ser.
En uno, la
responsabilidad es del Todo, de Dios, de los demás.
En otro, somos los responsables de nuestro entendimiento.
En ambos,
es nuestro entendimiento el que determina todo.
Pero confundimos
en uno, que lo que hemos entendido o percibido, es lo que nos han dicho o sembrado
en nosotros.
En el
otro, nos hacemos responsables de lo que entendemos o percibimos, sabiendo, que
solamente es nuestro entendimiento y percepción, lo que recibimos de lo que nos
dicen o hay a nuestro alrededor.
De ahí la
importancia de amarnos a nosotros mismos, aceptando la responsabilidad de lo
que somos.
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