Leía esta
mañana una frase en el blog de amor amor, de Epicteto de Frigia: “El sol no espera a
que se le suplique para derramar su luz y su calor. Imítalo y haz todo el bien
que puedas sin esperar a que se te implore”.
Algo que,
por razones de mi propia vida me llevó a un escrito que me dio Daiyu-san en
momentos de bajón. Una imagen y una pregunta de un discípulo a su Maestro,
mostrando su frustración y desesperación de la falta de resultados a su esfuerzo:
Maestro, ¿Por qué esforzándome como me esfuerzo, por profundizar y
transmitir la Verdad, no encuentro discípulos que me sigan o alguien agradezca
o reconozca mi esfuerzo?
Es lo
natural, el karma en el que te esfuerzas por hacer el bien y eres recompensado,
en el que se recoge lo que se siembra, donde el bien genera bien.
El Maestro
le respondió:
“El Sol sale cada
mañana en un lugar, ocultándose al mismo tiempo en otro, brillando intensamente
en otro, oculto tras las nubes en otro, todo ello al mismo tiempo.
No pregunta si te apetece que
amanezca, o llegue la noche, que caliente o se oculte tras la nube para darte
frescor.
No aparece porque esté despejado o te
sea necesario, ni deja de brillar por cansancio, no recibir gratitud o porque
nadie le mira, ni mira si las plantas están sedientas o encharcadas para
brillar de una manera o de otra.
Desde que nace hasta su muerte, no se
dedica a otra cosa que a ser Sol. En el amanecer manifiesta que es el Sol. En la
noche, la luz de la luna, el brillo de las estrellas dice que es el Sol. No siendo
o haciendo otra cosa que ser Sol a lo largo de su existencia.
Eso es lo que hace que sea adorado por
unos, vilipendiado, insultado u odiado por otros, pero siendo admirado y respetado
por: “Ser Sol”.
No sabe de bien o mal, no sabe si le
suplicas que brille o deje de brillar, si trae la vida o la muerte, en su
permanente ser Sol.
Así que siendo como Él, derrama aquello
que realmente eres sobre todo, sin un yo que realice la acción, muestra el Buda
que existe en ti, sin encontrar otra cosa que Ser”.
Sin esperar
resultados, sin hacer el bien o el mal, sin hacer otra cosa que manifestar lo
que se es, sin querer beneficiar a alguien que haría que otro fuese
perjudicado, sin recoger recompensas o méritos, en esta vida o en otras
venideras.
El Universo
existe sin karma, porque no nace en ser lo que se es.
El Universo
no recibe o da, dedicado exclusivamente a ser Universo.
Somos nosotros
los que buscamos resultados, los que vemos los resultados que nos convienen y
deseamos imitar esas acciones para obtener beneficios.
Cuando lo
natural es: “Sin esperar, ni hacer nada, tener todo concluido por ser lo que
somos”.
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