Hemos llegado
al punto en que leemos, pero la mayoría de las veces no entendemos lo leído,
sino lo que ya sabíamos.
Probablemente
los mayores errores de entendimiento procedan de las frases simples. No solamente
no cuidamos al leer las posibles implicaciones de una frase, sino que la
escribimos en la seguridad que expresa claramente nuestro pensamiento, siendo que
la mayoría de las veces lo que expresamos es: “Nuestras represiones”, “Nuestras
discriminaciones”, “Nuestras frustraciones”.
He cagado en el campo, en la selva, en
tazas con calentador de tapa y chorrito de agua para no usar papel, en agujeros
negros, en precipicios con unas tablas y una especie de caseta viendo el fondo
de la taza del baño a unos 20 o 30 metros por debajo, lo he visto hacer en las
calles, en los caminos, he paseado por calles en pueblos y suburbios donde era difícil
no pisar alguna, teniendo que pisar encima de las secas.
He estado
en playas top-less, donde algunas se bañaban desnudas, he visto dar de mamar a
niños por la calle y a bebes, a una cabra de una vaca.
Por suerte
o por desgracia he visto y estado en lugares donde la felicidad no era tener
dinero o posesiones.
Leía un
comentario en una foto de una mujer en jarras dándole de mamar a su hijo en un supermercado,
sin abrazarle, sin mirarle, sin un gesto de cariño, aparentemente diciendo: “Mirad que par de
tetas tengo”, usando al niño para mostrar su
frustración y que podía hacer lo que quisiese, pero al contrario de costumbres
y los acuerdos no verbales de convivencia, y que tenía que ir a comprar en
persona, a pesar del par de tetas que tenía porque su pareja se habría
acostumbrado y no las valoraba.
Los comentarios
iban en la libertad de la mujer, y los derechos de dar de mamar en el lugar
donde el niño siente hambre. Al parecer darle de mamar al hijo, sin cariño, sin
prestarle atención y solamente perdiendo su tiempo en tener que darle de mamar,
permitiéndole succionar de la teta, que es lo único que necesita su hijo.
Escribo acerca
de uno de los comentarios: “Los hay muy reprimidos, por ende, ¡represores!”.
Porque el
necesitar ir en contra de lo que se establece socialmente, generalmente es una
muestra de sentirse reprimido, cuando no que se está violentando lo que somos
al hacer algo para ir al contrario de los demás, para hacer lo prohibido, para
sentir que somos alguien con valor y libre, que muestra la insatisfacción con
nosotros mismos.
La mayoría
de los represores, son personas que se reprimen a sí mismas, actuando para
demostrarse que no son como los demás, que no obedecen ni tan siquiera a lo que
saben deberían hacer.
Se dice
que: “Dime de qué hablas y te diré de qué careces”, cuando alguien habla de libertad, solamente habla de la
de sus amigos haciendo lo que él dice, y los demás siguiéndole a él.
La mayoría
de los represores no es por haber sido reprimidos, sino por haberse reprimido a
sí mismos. Muchas veces es nuestra propia moral, nuestra forma de ver la vida,
la que nos lleva a ir al contrario de lo que pensamos, para demostrar a los
demás, que somos personas frustradas tratando de aparentar libertad.
No es el hecho de darle de mamar, sino la forma lo que comenté. Dar de mamar lo he visto con naturalidad desde que me daban a mí. Sino la indiferencia del acto, en el que solamente parece enseñar sus magnificas tetas, para que viesen lo que se perdían por no estar con ella.
No es el hecho de darle de mamar, sino la forma lo que comenté. Dar de mamar lo he visto con naturalidad desde que me daban a mí. Sino la indiferencia del acto, en el que solamente parece enseñar sus magnificas tetas, para que viesen lo que se perdían por no estar con ella.
Y es que
la naturalidad, no necesita de provocación o de hacer algo para demostrar o
pedir.
Los reprimidos,
muchas veces son los padres que consienten todo a sus hijos, porque a ellos no
se lo dieron.
Los
represores, suelen ser los que quieren demostrar que no se reprimen, al reprimir
a los demás. Generalmente porque se reprimen a sí mismos, tienen que demostrar
y aparentar, que son diferentes.
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