¿Qué es lo que lleva a tantas personas,
a pensar que la sociedad ideal debe ser impuesta?
Vemos en nuestros días, quienes
rechazan cualquier tipo de convivencia que no sea la República. Julio Cesar,
asesinado en su nombre, vio el hundimiento del Imperio Republicano.
España, ha visto el hundimiento de la
sociedad y la economía tras dos Repúblicas, que tras destronar y expulsar la
monarquía, solamente les ha quedado la sed de venganza contra quien les ganó la
guerra. Un tío bajito y con bigote obsesionado con hacer pantanos para las
ranas. Hoy siguen dándonos agua y electricidad y previenen parte de las inundaciones.
La República se perdió en odios, en tratar de imponer sus ideas, en el abuso de
creer que podían obligar a pensar y hacer lo que le dijesen al pueblo.
Muchas Repúblicas hay en África, en
Sudamérica y en Asia, países pobres, viviendo en la miseria y la necesidad de
escapar de sus ciudadanos.
Y es que tras milenios en los que los inútiles
e incapaces de convivir creando una sociedad mejor, se han dedicado a decir lo
que harían tras destruir lo que había, han guiado a las masas del pueblo, a las
fuerzas de choque, al rebaño, a la destrucción de lo que tenían en aras de
construir un sueño, una idea, una promesa.
Revoluciones, cambios de poderes,
cambios sociales, leyes, en las que los inútiles, ambiciosos de poder y riqueza,
han usado algún idealista, la insatisfacción y ambición de recibir más de lo
que les era dado, la necesidad ante su aborregamiento de necesitar al pastor,
al guía, a quien les obligase a conseguir lo que ellos pensaban y deseaban.
Pero los guías, los pastores, son los
nuevos dictadores, los nuevos poderosos, los nuevos ricos, que abusarán desde
su posición, procurando que nuevos soñadores no guíen al pueblo que ellos
dominan a nuevas revoluciones.
No es malo que la sociedad que hemos
creado nos avergüence, no es malo que al mirarla sintamos pena y tristeza de lo
que somos, no es malo que sepamos lo lejos que seguimos estando de la soñada
Humanidad.
Lo que es una verdadera pena, es que
sigamos soñando con revoluciones o sistemas impuestos por alguien, en los que
seremos el ejercito que lo imponga, pensando que nos obligarán a vivir y
convivir con dignidad.
No surge la razón, de callar o destruir
al oponente, no nace la verdad de silenciar lo que creemos o a los demás, no se
instaura la Dignidad, la Humanidad y la Justicia por la fuerza, por
revoluciones o Repúblicas o monarquías.
Es algo, que, existiendo en nosotros, en
todos sin excepción, solamente puede ser usado a nivel individual.
Obligados a convivir, respetando y
compartiendo en igualdad cuanto hay, repartiendo equitativamente la
responsabilidad, con Justicia, estaría sobre arenas movedizas, si esta sociedad
está construida desde la dictadura o la imposición.
Solamente cimentada en la Dignidad
Individual, la sociedad sería una Sociedad de Seres Humanos.
Por tanto, cualquier sistema de
gobierno, cualquier estilo o reglas de convivencia, las leyes, serían
necesarias en una mínima expresión. Porque en la Dignidad, el Respeto y la
Justicia están incluidas.
La injusticia y la indignidad, no es
un problema de sistema político, de poder, de riqueza o pobreza, de religión o ateísmo,
la Injusticia reside en la Indignidad individual de las personas o gente que las
practican, que están lejos de la humanidad.
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