Lo primero
que aclarar, es que no es lo innecesario en cuanto a posibilidad de existencia,
sino a la equivocación de que le demos vida al crearlo.
A diario,
vemos manifestaciones pidiendo: “Derechos, mejores sueldos, libertad, justicia, protestando
violaciones o violencia, mejores leyes, y ante todo respeto por el ser humano
que debería habitar el cuerpo que mostramos”.
Pedimos y
nos manifestamos, porque se respete: “Los mares, la tierra, los
animales, los aborígenes, las plantas, las costumbres, las diferencias, en un
intento de poder seguir existiendo en el planeta que destruimos”.
Si saliésemos
a protestar y manifestar, todas las violaciones, violencias e injusticias que
recibimos, probablemente no podríamos movernos con facilidad. Pero hay lugares,
que cuando no es legal, al menos es tan aceptado, tan natural y tan habitual,
que a lo más que se aspira, es a sufrirlo a solas y en silencio, si no es
quitándonos la vida que se hace imposible de habitar.
Por razones
desconocidas, las mismas personas que salen a protestar por un abuso, pueden
quemar contenedores, destruir propiedades o ejercer violencia contra las
fuerzas de seguridad, contra quien piensa diferente, o hacen posible que la
respuesta alcance a gente inocente de lo que están haciendo.
De alguna
manera, hemos confiado nuestra vida, a quienes crean leyes que nos obliguen a
vivir como pedimos, salimos a estar un minuto o varios minutos en silencio,
para sentir, que hacemos algo para evitar que los demás cometan esas
barbaridades tan lejos de la humanidad. Pero es el silencio que guardamos fuera
de esos pocos minutos, el que a veces hace que lleguemos tarde a los hechos.
Encendemos
velas y ponemos recuerdos y escritos, en los lugares donde alguien ha asesinado
o realizado actos inhumanos, mostrando nuestro sentimiento de empatía con los
familiares. Pero seguimos pensando que son los demás, los que lo hacen y los
que deben de impedirlo, con leyes o castigos, vigilando a los malos para que
los buenos puedan vivir confiados.
Pero siempre
salimos ante hechos consumados, necesitamos que alguien nos diga que se ha
realizado un acto inhumano, para que salgamos a decir que no debemos de hacer
esas cosas.
La culpa
es de los políticos, de las religiones, de Dios, que permiten que esas gentuzas
vivan en libertad, como animales depredadores entre corderos.
Pero es
inevitable para la Vida, el ofrecer ambas posibilidades, pues es la base de
nuestra Libertad y Libre Albedrío.
Nos permite
crear religiones, desde la percepción de la Vida de alguien con un Alma
sensible. Pero es la visión, el entendimiento y la explicación de la percepción
personal de una persona, que se siente libre de expresar lo que Él Es, o piensa
que es.
Por ello
no puede haber dos religiones iguales, ni dos Dioses adscritos a una religión.
Las costumbres
sociales, las posibilidades de la región y otras circunstancias, van creando las
leyes de convivencia, finalmente se elige a quienes lleven la economía de la
sociedad y establezca leyes de convivencia, justas y en defensa de todos sin
discriminaciones. Pero, no es el ocupar un cargo lo que hace ser político, sino
el realizar correctamente las funciones de su responsabilidad lo que lo determina.
La Vida
nos ofrece diversas opciones, siempre al menos dos: Bien-mal, humano-inhumano,
con toda la gama de grises entre el blanco y el negro.
Pero es
nuestro propio entendimiento, nuestra elección, la única responsabilidad con la
que ejercemos nuestra Libertad y Libre albedrío: La Religión es nuestro propio
entendimiento y cómo lo manifestamos, no es responsabilidad de ningún otro. No es
el político el responsable de nuestra vida, sino cómo la creamos nosotros y
cómo permitimos que sea administrada, a nivel individual de “yo”.
La Ley actúa,
cuando el delito ha sido cometido.
Las protestas
se realizan, cuando se ha cometido el delito o es inevitable.
Hay que
violar, asesinar, o cometer el abuso para salir a manifestarnos.
Pero es la
sociedad que hemos elegido, no importa que nos defendamos diciendo que son los
demás los que la han creado. Los delincuentes, asesinos y violadores dicen que
ha sido la actitud de los demás o las vivencias recibidas las que le han
obligado a ser así.
La Vida
nos ofrece Libertad, pero es la Dignidad la que nos permite elegir lo correcto,
que es dar Libertad a los demás, ejerciendo la nuestra cumplimentando nuestras
responsabilidades.
Es innecesario
escoger hacer lo que deseemos, pues es el camino que, al no pasar por la Plaza
de la Dignidad, nos lleva hacia el caminar en: La Injusticia, inhumanidad, vergüenza
que nos hace perder incluso la calificación, no ya de personas, sino la de
gente, para convivir en una sociedad de gentuza.
Podemos
seguir pensando que son los demás, que las leyes y otros, solucionarán el problema
y nos traerá la felicidad y la Justicia, que nosotros somos correctos, pero será
tan inútil, tan innecesario que nos obligará a seguir saliendo, a pedir que
alguien lo solucione.
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