En herbazales del mundo, separo las hierbas altas en
busca del toro.
Hay una
historia contada en diez fotos, que trata de explicar por medio de la búsqueda
de un Búfalo que simboliza nuestra Naturaleza Verdadera, el Camino Zen con
etapas para alcanzar nuestro Origen, la Naturaleza Original, común en Todo y
que nunca es verdaderamente encontrada, porque es lo que Somos Eternamente.
Siguiendo ríos sin nombre, perdidos en los impenetrables valles de
montañas distantes, mi fuerza falla y mi vitalidad se agota, sin poder
encontrar el toro.
Solo escucho a las langostas cantar por el bosque en la noche.
Solo escucho a las langostas cantar por el bosque en la noche.
La primera imagen muestra al pastor que busca desesperadamente en
todas partes su buey perdido. Está insatisfecho con su vida, incapaz de
encontrar la verdadera felicidad que busca. Sus esfuerzos para asegurar la
riqueza, los amigos, la fama y el placer no le han brindado la satisfacción que
está buscando. Como muchos de nosotros, él está buscando algo, aunque no
está seguro de qué es exactamente, lo que hará que la vida tenga significado y
le brinde una felicidad duradera.
En la
primera, hemos nacido a la dualidad, con los deseos de saber lo que somos, de
ver cara a cara nuestra realidad. Pero estamos presos de nuestros deseos e
inmersos en el disfrute y sufrimiento de la forma, de la dualidad que separa, Materia
y Espíritu.
Pero de
alguna manera somos conocedores de que tras nuestros sufrimientos y alegrías,
tiene que haber algo, que brinde una Felicidad que verdaderamente nos permita
la Paz de no buscar lo que somos.
Luchamos desesperadamente,
por encontrar ese algo que permita conocer nuestra Verdadera Naturaleza. Que nunca
hemos perdido, que no puede ser encontrada.
Miramos en
cuantos lugares pensamos podría estar, pero es inútil, por más lejos, por más
alto o profundo que miremos, parece que el búfalo no existe en la realidad, que
solamente es la ilusión de un Shakyamuni que nos engañó.
Miramos,
regresamos a nuestro bienestar y ambiciones, sentimos insatisfacción,
regresamos a la búsqueda. Pero el búfalo no se hace visible, por más que nos
sacrificamos, por más que le prometemos, permanece oculto y aparentemente
inexistente.
Nuestro deseo
de domesticarlo, de incorporarlo a nuestras vidas, encontrar la Felicidad al
domesticarlo y vivir permanentemente con Él, impide incluso que podamos ver su
cara tras el velo de la hierba del campo, de la niebla de las praderas en la
mañana.
No sabemos
qué hacer, la desesperación nos invade, pero aún no hemos comenzado a caminar,
aferrados al ego, no podemos movernos de lo que creemos ser.
Es lo que
nos oculta ver nuestra Naturaleza Original, el buscar lo que somos, para
incorporarlo a lo que creemos ser.
Buscamos incansablemente
la Verdad, pero deseamos encontrarla con tanta intensidad, que no la podemos
reconocer en lo que vemos.
Necesitamos
dejar de buscar, algo que encontraremos al agotar todas las posibilidades de
búsqueda.
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