Me apodero de él con una terrible lucha.
Su gran voluntad y poder son inagotables.
Se dirige a la meseta alta, muy por encima de las nieblas de las nubes, o en un barranco impenetrable se encuentra.
He abandonado el látigo y las cuerdas.
Se dirige a la meseta alta, muy por encima de las nieblas de las nubes, o en un barranco impenetrable se encuentra.
He abandonado el látigo y las cuerdas.
La cuarta imagen muestra que el pastor ahora ha encontrado
al buey, usando la brida de la disciplina para controlarlo. Esto simboliza
la rigurosa disciplina requerida del practicante Zen. Aunque ahora se da
cuenta de que el poder de transformar su vida se encuentra dentro de sí mismo,
en su naturaleza búdica, todos sus condicionamientos previos lo empujan y
empujan en diferentes direcciones. Sostener la cuerda con fuerza significa
que debe trabajar duro para superar sus malos hábitos del pasado, que se desarrollaron
a través de la ignorancia, el odio y el deseo que dio lugar a todas sus
aflicciones.
Miramos el
verdor de la hierba en la mañana, el color de las flores, las nubes viajando en
el cielo y la luz que ilumina cuanto vemos.
Tratando de
conservarla, de mantenerla en nuestro día a día, luchamos incansablemente con
ella, esta sensación de no ser nada, que existe en los valles y lo alto de
todas las mesetas y montañas y en los insondables espacios que vagan por el
Universo.
Creemos que
podremos manejar esta Naturaleza alcanzada, simplemente con una cuerda que
podamos usar como bridas o atándola al anillo de hierro que hemos colocado en
su nariz, pudiendo usar el búfalo para arar las situaciones de nuestra vida o
llevarnos a nuestros sueños.
Pero seguimos
meditando incansablemente, mientras el búfalo nos mira sonriente y burlón.
Hemos llegado
a nuestra Naturaleza Verdadera, estamos contemplando nuestra Cara Original, y
ello nos llena de complacencia y felicidad.
Estamos listos
para cargarlas y ser felices eternamente.
Afortunadamente, el búfalo se rebelará y nos obligará a permanecer a su lado, a saber, que
existe y que todavía no está listo para aceptarnos como sus iguales.
Desde un
principio, cuando se manifiesta como Zen, sabe que no hay nada que enseñar,
nadie a quien llevar algo, nada de lo que traer, nada a lo que entregarse, nada
que pueda entregarse a Él.
Nadie, ni
nada puede verle, nada puede buscarle, nada puede encontrarle. Cuando encuentra
quien le ha encontrado, solamente queda el despertarle, para que encuentre el
desconocimiento de Ser.
Solamente queda:
Hierbas, sol, valles, mesetas, barrancos, nubes y niebla, sin nada que las vea,
sin nada que lo sea.
Pero el
buscador, ¿qué puede hacer?, sino seguir buscando por mucho que encuentre.
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