El látigo y la cuerda son necesarios, de lo contrario, podría desviarse por un camino polvoriento.
Al estar bien entrenado, se vuelve naturalmente gentil.
Entonces, sin trabas, obedece a su amo.
La quinta imagen muestra que la práctica disciplinada puede superar
los malos hábitos del condicionamiento previo y ponerse de acuerdo con la
verdadera naturaleza de la realidad. Aunque todavía se necesita disciplina
porque los viejos hábitos de la mente todavía tienen poder, vivir con una mayor
conciencia de la realidad real le da a uno la energía y la dirección para vivir
una vida sana. Ahora, el buey sigue voluntariamente el hogar del buscador,
lo que significa que se está superando la separación entre uno mismo y la
realidad real.
En nuestra
disciplina, nuestro esfuerzo y sacrificio, han conseguido que nuestra
Meditación dé resultados. Nos han traído a un punto, donde podemos disfrutar de
hacer lo correcto y aceptar las equivocaciones propias y ajenas.
Así que
caminamos por la Vida, llevando al búfalo que nos sigue sin rebelarse, al
tenerlo controlado con los logros de años de práctica.
Estamos viendo
la Cara de nuestra Naturaleza Original, vemos y transportamos el Zen en nuestro
vivir diario.
Comenzamos
a sentir la tranquilidad de la tormenta, a poder vivir con nosotros mismos y
aceptar nuestra condición de Ignorancia, pues hemos cargado con el Zen, que nos
acompaña guiado por nuestra disciplina y esfuerzo, que puede descansar en el
hogar de nuestra Meditación.
Necesitados
de caminar por los caminos de la corrección, de la práctica y siguiendo las
marcas dejadas por los Maestros que abrieron los caminos que cruzan los mares y
montañas de la Ignorancia. Vivimos seguros, de no caer en caminos polvorientos
de: Ira, odio, discriminación y autocomplacencia.
Pero el Búfalo,
nos sigue seguro de que algún día dejaremos de llevarle y de seguirle,
permitiendo que Él pueda caminar, sin caminos y sin barreras, libre por los
caminos que no pueden ser hollados, ni tan siquiera por el Búfalo.
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