Látigo, cuerda, persona y toro: todos se funden en Nada (No Thing).
Este cielo es tan vasto, ningún mensaje lo puede manchar.
¿Cómo puede existir un copo de nieve en un fuego furioso?
Aquí están las huellas de los Ancestros.
He abandonado el látigo y las cuerdas.
Este cielo es tan vasto, ningún mensaje lo puede manchar.
¿Cómo puede existir un copo de nieve en un fuego furioso?
Aquí están las huellas de los Ancestros.
He abandonado el látigo y las cuerdas.
La octava imagen nos dice que cuando se ha superado la
dualidad del yo y la realidad, no solo se olvida la realidad (el buey), sino
también el yo (el pastor); el círculo simboliza el vacío que abarca todo y
que constituye el fundamento de todas las cosas. Ahora, en la conciencia
de la transformación incesante y la interconexión total en cada experiencia,
uno se libera de todo deseo y odio por lo demás. En
esta libertad hay un sentido de la totalidad y la perfección de las cosas
ordinarias.
Se abre el
mundo de los dioses, de los místicos, del nihilismo, de aquellos que se niegan
a sí mismos, percibiendo un mundo, un Universo Uno en el que se niega al Yo que
lo está percibiendo como Vacío.
Todo se ha
fundido en Nada, pero una Nada que es percibida por el Observador, sentado en
una Meditación Profunda que es Consciencia de Vacío. Quien siente que es Uno
con Dios, o quien niega su existencia más allá de lo que está manifestándose
ahora y niega que haya una continuidad.
Un Cielo
donde ningún pájaro puede volar, el Océano infinito sin peces que lo surquen o
naden en Él. Un Vacío donde nada puede existir como individualidad.
Un
Universo que es fruto de lo manifestado, pero en el cuál Todo ha desaparecido
en un Vacío.
El Círculo
Zen, ha aparecido. Un inmenso Vacío rodeado de Principios y Finales, que ocupan
un mismo Ahora.
Los círculos
que son trazados, tienen un inmenso vacío, rodeados de un principio y un final.
En ellos se comienza a trazar y el final es el retorno al principio.
Pero el
Zen no tiene Principio ni Final, es una Vida Eterna, un Universo Infinito,
donde el cambio constante y permanente, reside en la comparación o
discriminación de dos ahora, para lo que hay que percibirlos como diferentes,
luego tiene que existir el observador separado de ambos. Algo que rompe el
Circulo Zen.
Es quizás
por ello por lo que la mayoría de los Maestros al dibujarlo lo hacen sin que coincidan
principio y final. Porque es solamente el dibujo que podemos trazar y percibir.
Es la
equivocación de la práctica, buscamos un Zen que podamos utilizar, percibir y
trazar sus caminos y resultados o metas.
Sariputra
era Maestro antes de ser discípulo de Shakyamuni, era Maestro de la Meditación
Profunda, donde encontrabas un Vacío, que podías percibir en la Consciencia.
Pero tuvo que estar con Shakyamuni para percibir el cierre del Circulo, para
nacer al Zen.
No porque
le fuera enseñado algo, sino porque en el Vacío sigue existiendo ese yo que lo
percibe.
Nadie le
pregunta a un niño qué hacer para vivir feliz y ser uno mismo, nadie pregunta
por cómo resolver los problemas del día a día. Pero quién existe, siendo lo que
es y mostrando su felicidad en la alegría y los problemas, mejor que un niño.
Que vive
simplemente, porque sin Maestro sabe respirar mejor que los grandes Meditadores.
En esta libertad hay un sentido de
la totalidad y la perfección de las cosas ordinarias. Quien tiene sentido de esa totalidad, de esa perfección y
ser libre, sigue siendo el mismo yo que practica Zen, para creer que ha perdido
o superado algo.
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