Indudablemente
el bienestar y las leyes que ayudan a conseguirlo son importantes. Pero: ¿“Somos conscientes
de hacia dónde nos lleva lo que hacemos y legislamos”?
Nos parecen
disparatadas las leyes de: “La esclavitud, del derecho de pernada, de Impunidad
de ciertos cargos para decidir sobre vidas y haciendas de sus súbditos, el
comerse a los prisioneros, …” y muchas más, que les quitan los derechos a los
demás, pero que al igual que las que legislamos ahora en épocas de democracia y
libertad personal, buscan un bienestar que supone el abuso de alguien.
No cortamos
leña, ni madera, ni quitamos los bosques para bienestar de la agricultura o la
Tierra, sino por nuestro propio beneficio y bienestar.
Miramos con
miedo el deterioro de la Tierra, pero no es por su salud, sino por los
problemas que ello nos puede aportar y la merma de bienestar que tendremos.
Hemos criticado
y atacado los principios del cristianismo, que también se han equivocado en
numerosas ocasiones, pero no ha sido el cristianismo del amor al prójimo como a nosotros
mismos o el Amor al Todo Dios sobre el egoísmo que nos dice que hay algo más
que ese Todo el que se ha equivocado, sino
los que hacemos la letra y tratamos de amoldarlo a nuestras conveniencias
sociales.
Cuando nos
dicen esos principios, que no se debería usar el preservativo en las relaciones
sexuales, la eutanasia o el suicidio, y sobre todo el detener o eliminar una
vida, sin importar el punto en el que esa vida se encuentra, porque desde el
momento que es una vida, su destrucción o impedir que se manifieste sería un
asesinato, nos sentimos amenazados, que nos quieren quitar la libertad
individual.
Todas las
leyes, quitan libertad a algo.
Nosotros nos
alimentamos, lo consideramos un derecho: “Pero algo o alguien tiene
que darnos su vida para ello, para ser el alimento que nos permita seguir
viviendo”.
Nuestro bienestar
es un derecho, pero: “Conlleva modificar y destruir todo aquello que nos lo impida”.
El ser
amados y respetados es un derecho, pero: “Es cuando somos “demás”,
cuando se crea ese amor, no cuando somos quien tiene derecho a ser amado”.
No es el
comer otras vidas, no es el que muramos antes o después, no es el tener hijos
antes o después o evitar tenerlos.
Los problemas
que algún día tendremos que confrontar, serán los derivados del egoísmo a ser
los disfrutadores únicos, con derechos de libertad y bienestar.
Nos son
las leyes las que dan derechos, sino el respeto hacia los demás, porque ese “Demás”
es el Universo, la Vida que nos permite ser lo que estamos siendo, lo que
permitirá que un día vivamos libres y felices, muy por encima de ese bienestar
del egoísmo, porque podremos vivir como seres humanos.
Pero no lo
lograremos sin respeto por la Vida, ese: “Amarás al prójimo como a
ti mismo”, que significa que no tendremos
prójimo, porque seremos Amor.
O ese: “Amarás a Dios sobre
todas las cosas”, ese Dios Absoluto, donde
no hay cosas que amar o alguien que ame.
En la
Dualidad todo ello es vivido por el yo, que tiene que dirigir y motivar sus
decisiones en ese Amor carente de egoísmo o un yo que solamente busque su
bienestar, sacrificando cuanto sea necesario o destruyéndose a sí mismo,
produciendo el dolor de quienes le aman y que a veces prefieren que muera,
antes que verle superar el sufrimiento o aceptar las consecuencias de cuanto
hemos creado.
Muchas cosas
pueden ser realizadas, porque Todo es una misma y única Vida. Pero no el
destruir sus manifestaciones por beneficio, bienestar o egoísmo personal.
Las consecuencias
de ello, no tienen que ser explicadas, es la Tierra donde vivimos y la sociedad
que somos. Sociedad que se acumulan leyes para dar derechos que promuevan el
bienestar social, destruyendo cuanto sea necesario hasta temer por nuestra
continuidad por haber destruido no solamente nuestras vidas sino la Tierra que
habitamos.
¿Somos conscientes
de lo que hacemos y el porqué de hacerlo?
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