Estamos tan
acostumbrados, a decir que quien siembra vientos puede recoger tempestades, que
creemos que siempre, la semilla produce algo propio y lo mismo que de donde ha
sido recogida.
Olvidamos,
que nuestra manifestación es solamente dual, manifestada en formas y situaciones
diferentes, con el Yin y el Yang a partes iguales como naturaleza.
Básicamente,
la semilla única y que contiene el bien y el mal como resultado es la que
sembramos al vivir.
Hay plantas
altas, bajas, frondosas, pero siempre manifestando el bien y el mal.
Misteriosamente,
la planta no es en sí misma, ni una ni la otra manifestación, sino la que vemos
y usamos, es la que determinará el fruto recogido.
Escribía ayer
sobre el aborto, no hablaba en primera visión de la aborción de personas, es
algo personal y que pertenece al libre albedrío.
Por eso probablemente
lo que escribí, era sobre los frutos que recogemos cuando sembramos desde la
semilla de nuestro bienestar personal, regada con los derechos de nuestro ego, sembrada
en la tierra de la responsabilidad de los demás.
Si miramos
detenidamente, no surgen de diferentes semillas: Corrupción, abusos,
violaciones, esclavitud, guerras, destrucción de la Tierra y con ello de
nuestras propias vidas, incluso, el no saber que manifestar la Vida no es un
derecho, sino la única manera de manifestarnos responsablemente.
Nuestros derechos,
dependerán siempre de las responsabilidades ajenas más que de las nuestras. Porque
de nuestras responsabilidades dependerán los derechos de los demás, y los demás
son muchos y variados: Aire, ríos, mares, tierra, personas, niños, abuelos, animales,
plantas, minerales y todo aquello que desde sus derechos adquiridos con
nuestras responsabilidades, permitirán que podamos existir: “Libres y Felices”.
Por eso la
pregunta de: ¿“Somos
conscientes de hacia dónde nos lleva lo que hacemos y legislamos”? y ¿Somos
conscientes de lo que hacemos y el porqué de hacerlo?
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