Nuestra
existencia ha dependido, de nuestra capacidad de adaptación a ese cambio
constante y eterno, que es la manifestación de la Vida.
Hemos
luchado duramente, con las adversidades, con las dificultades encontradas, al
ser los más débiles e indefensos de los animales.
Tribus
separadas y de diferentes etnias y costumbres, moviéndonos por terrenos
inhóspitos, territorio de depredadores con los que tuvimos que enfrentarnos
para conseguir un lugar donde vivir y alimentarnos, al mismo tiempo que luchábamos
con las tribus asentadas en esos territorios que deseábamos conquistar.
Nos ha
llevado a creer, que vivir es una lucha, una pelea constante, para ser quien
sobreviva. Que vivir es solamente para los más fuertes y poderosos.
En oriente,
hace mucho tiempo que se descubrió que la adaptabilidad es mejor desde la
flexibilidad y aceptación, que desde la lucha por imponernos a los demás.
Al igual
que los occidentales descubrieron que la unión hace la fuerza, que muchos
juncos unidos en un haz, son imposibles de romper, a pesar de la debilidad de
cada uno.
Pero lo
que prevalece en nuestras sociedades es la competencia, la lucha por ser el
triunfador, el que consiga el dominio o imponerse a los demás.
Los enfrentamientos:
“Los llamados humanos-animales, machos-hembras, ricos-pobres,
poderosos-humildes, etc., etc.”.
Justicia-Villanos,
poder corrupción-ciudadanos, políticos por grupos, los ciudadanos seguidores de
una religión, grupo político, filosofía, etnia, color, o si miramos las guerras
y la autodestrucción de países y sociedades, vemos que incluso a nivel personal
combate el corazón y la mente, la razón y el deseo.
Es esa
idea de que la vida, el vivir, el manifestarnos es una lucha en la que
conseguir algo, que nunca nos podremos llevar a la última meta.
Cuando la
fuerza de la sociedad, la fuerza humana, la espiritualidad está en la debilidad
en la que se convive en unión, sin discriminaciones, sin diferenciar que todos
somos diferentes.
Es inútil
pensar, que podremos conseguir alguna sociedad en la que prevalezca la igualdad.
La propia
Naturaleza de la Vida, es que: “No existen dos seres o momentos iguales”. La igualdad está prohibida en la Vida, donde también de
alguna manera si fuese posible, estaría prohibida la desigualdad.
La Vida no
diferencia las diferencias de sus manifestaciones, porque nunca deja de ser
Vida, Una, Única y Absoluta Vida.
Conocemos la
evolución que hemos conseguido en la adaptación por la lucha, por adaptarnos
combatiendo las circunstancias.
Pero todavía
no alcanzamos a comprender la evolución a la que se puede llegar aceptando lo
que hay y usándolo para beneficio de la Vida y todas sus manifestaciones,
tratándonos y tratándolas como Vida simplemente.
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