La suerte
de nacer en un lugar donde: me dieron, me entregaron, me consagraron a un dios,
me duró un largo tiempo.
Sabía todo
lo que tenía que hacer para agradarle, en la seguridad que todo me sería
devuelto, que él me amaría por el amor que le daba, que un día cuando llegase
el final de los tiempos o incluso antes, viviría en un cielo en un Paraíso, en
un lugar donde la Paz y la Felicidad, serían el aíre que se respiraría,
viviendo en su Gracia, en su Perfección sumergidos en Amor.
Pero qué
importa tenerlo todo, qué importa si un día encontrarás todos tus sueños, si
harás realidad todo cuanto has creído y has dudado que pudiese existir tanta
maravilla.
Piensas que
la Vida, Dios, te han dado cuanto tienes y un día me llegó la Duda, porque sentí
que ese Libre Albedrío con el cuál mi Naturaleza se expresaba, lo había
vendido, traicionado para conseguir todas aquellas promesas que el dios que me
habían enseñado, al que me habían entregado, ofrecía.