Es difícil
comprender, el porqué de que tanta gente que pide: paz, libertad, democracia,
bienestar, honradez, seguridad y todas esas cosas relativas a la convivencia
humana. Destruyan cuanto hay, para no saber crear nada.
La mayoría
de las veces que esas gentes se han dedicado a pedir y destruir lo que había,
ha significado un cambio de poder, un retroceso y seguir igual.
La República
terminó de hundir Roma.
Los tártaros,
y otras culturas bárbaras, destruyeron la cultura china, para restaurarla
posteriormente.
La Inquisición
destruyó el mensaje crístico de amor, necesitando retroceder a filosofías más
antiguas para recuperar el conocimiento.
La destrucción
de las monarquías, de los zares, llevó a regímenes totalitarios y repúblicas
que destruyeron lo que había para cambiar el poder y los valores, sin mejorar
la humanización.
Cuántos reyes
destronados para poner otros iguales o peores.
Cuántos
poderes destruidos, para seguir en una sociedad de abusos y violaciones.
Cuántos abusos
y cuántas violaciones desterradas para que sigan y se creen otras nuevas.
Los que
permiten la destrucción, pagan y arreglan lo destruido.
Pero incapaces
de crear la paz, ofreciendo, dando o impidiendo que los destructores, los que
no aceptan la convivencia instituida, los que sin hacer algo por alguien o por
ellos, se dedican a reclamar, pedir, exigir y abusar y violar los derechos de
los demás, no cumplan con sus responsabilidades con ellos mismos y con la
sociedad que destruyen, abusan y violan.
Porque quienes
realizan esos actos, no lo hacen por una mejor convivencia, sino por su
ignorancia de lo que es el respeto y la Humanidad.
El bienestar
y la convivencia, no nace de exigir a los demás, sino el de crearlos entre
todos, desde la aceptación y la unión.
Hay veces
que tenemos que huir de nuestra sociedad, porque es imposible convivir. Pero creamos
bandas, como en nuestras sociedades, en las que nos acogen. Seguimos abusando y
violando de los demás para obtener lo que deseamos, sin importarnos el ser
acogidos.
Crear el
bienestar, la paz, una convivencia humana, no puede nunca ser, la imposición, o
fruto de la desunión o el egoísmo, sino de actuar con la responsabilidad de un
ser humano.
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