Me
preguntaban el otro día, mi opinión acerca de si la energía mental o las
energías de quien muere o partes de ellas, pueden incorporarse o entrar a
formar parte de una persona estando o incluso no estando presente en esa
muerte.
Son temas,
que en sí mismo son complicados, pues las respuestas serían dadas desde las
creencias o forma de entendimiento y percepción de quien opina.
A veces lo
más simple, lo que nos responde mejor a las preguntas de lo espiritual o
trascendente, es mirar lo material, de lo que sucede continuamente en nuestro
vivir diario, de lo que se manifiesta a nuestro alrededor.
La Vida es
un Fluir, se dice desde el entendimiento diferente, de gran número de personas.
La mayoría
ven ese fluir como el del río, o un fluir en movimiento, en el que se camina
armónicamente, desde un punto a otro, desde un momento a otro de la vida.
Pero hay
otro Concepto del Fluir de la Vida: Ser y Existir en el Ahora, sin movimiento,
sin cambio, sin nacer o morir. Que, sin embargo, sin existir movimiento o
tiempo, se muestra en el Infinito, en la Eternidad. Fluir sin Cambio, solamente
Siendo.
Si miramos
el viento o la lluvia, se mueven, a veces mueven cosas del lugar donde estaban,
pero siempre siguen por donde no hay algo que les impida pasar, siempre fluyen
por los lugares abiertos, el agua bajando desde lo alto, al punto más bajo
donde hay un vacío que ocupar.
Cuando una
individualidad se descompone, sus componentes fluyen, igual que la lluvia:
Regando páramos, humedeciendo a sequedad, dando de beber al sediento, limpiando
la suciedad, arrastrando lo que no debe de permanecer en un lugar, y la que no
es usada en el camino, regresa al mar, para de nuevo ser lluvia.
Cuando abrimos
nuestra mente, nuestros corazones, nuestro mundo emocional, pueden salir las
individualidades que hay dentro. Pero la puerta abierta, permite también entrar
libremente a quien desee pasar o se sienta atraído por lo que hay dentro.
No deja de
ser lo mismo que hace la lluvia, seguir el camino por donde está abierto,
entregando lo que se necesita a su paso.
Pero hay
que cuidar que no encuentre la lluvia terrenos inestables, o que se construya
en sus caminos, o que usemos los puntos bajos para guardar nuestros tesoros, porque
la lluvia lo destruirá en su caminar, en su fluir.
La puerta
abierta del Mumonkan, es inexistente, al igual que la cerrada, no obstante,
nuestra mente, materia, energías, emociones, tienen que penetrar en el Vacío, a
través de la puerta, sin poder saber si se entra o se sale, pues ambas opciones
están equivocadas.
La Vida
Fluye al vivir y al morir, ella vive en ambas orillas, que solamente son Una en
el Ahora.
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