Cuántos buscadores
de la Verdad, la buscan en el silencio.
Otros la
buscan sin discutir, sin argumentar su verdad propia o ajena.
Hay quien
me dice cuando argumento, que intento convencer de mi verdad.
Hay quien
responde a mis comentarios, que no discutirá o argumentará acerca de mi
comentario, pero que no está de acuerdo.
Muchas son
mis equivocaciones, pero en ninguna de ellas, me han faltado argumentos para
defender su verdad.
Quizás estoy
perdiendo el tiempo, confiando, en que alguien me expresará sus argumentaciones,
que me permitan llenar las ideas equivocadas con otras más acertadas.
La Gran
Duda, me hace estar seguro de que no estoy en posesión de la Verdad. Pero me
permite tener la seguridad, de que estoy en posesión de mi verdad.
Porque mi
verdad, no depende de errores, de equivocaciones o de que sea mentira, sino de
la honestidad y la dignidad desde donde está expresada.
Argumento,
discuto, en el convencimiento de que en las verdades de los demás, está el
corregir mis equivocaciones. Que en la verdad de los demás, mis argumentaciones
pueden ayudarles a corregir las equivocaciones.
Pero encuentro
a quien no tiene duda, no necesita argumentar o discutir, pues está en posesión
de la Verdad y lo mío es solamente el fruto de la equivocación.
Es difícil
distinguir entre la Verdad y la Mentira, pues en su bailar unas veces vemos el
rostro de una y otras el de la otra, siendo la realidad que vemos y vivimos.
No hay
ninguna Verdad fuera de la Mentira, y ninguna Mentira, que no muestre la cara
de la Verdad.
Pero no
hay verdad que pueda ocupar el lugar de la Verdad, porque en ella están todas
las verdades y todas las mentiras.
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