Fue mi
comentario en la foto de un escrito. Me gustó y al no tener ganas de escribir
más, lo compartí con todos vosotros.
“No pretendo nunca que se entienda lo que
escribo, sino que el lector, en su libertad y comprensión, me permita escribir
lo que él ha entendido”.
Han pasado
los años y verdaderamente es lo que sigo encontrando en lo que escribo, pero lo
más importante es, que lo encuentro en lo que leo.
Cuando he leído
acerca del budismo en inglés y la traducción al español, siendo que alguien
decía haberlo traducido, mi entendimiento era bastante diferente. A veces y
durante tiempo, dejé de leer libros acerca del budismo en español, pues sentía
que mi entendimiento de lo escrito, era demasiado diferente y no era posible
unir ambos entendimientos.
Obviamente,
ha sido siempre que las diferencias eran de mi entendimiento, pero es de
suponer, que también la forma de explicar lo que había entendido, del traductor.
Cada persona
ve la Vida, desde su posición, desde sus vivencias, desde su ser. Cada uno,
usamos nuestra forma de expresar lo percibido, nuestro entendimiento, nuestra
vivencia.
A veces
vemos la unión de cuanto vivimos, otras su separación, otras equivocamos
totalmente lo que sucede con lo que percibimos y sobre todo con lo que
pensamos.
Misteriosamente,
todos los entendimientos, todo lo acertado y todo lo equivocado, solamente
señala a un mismo punto.
Todos mis
entendimientos, dispares y complementarios, cuando he leído acerca del budismo,
sin importar si lo escrito era acertado o equivocado, han debido servir para que
pueda entender el budismo, la falta de entendimiento, no es achacable a lo que
se ha escrito y yo he leído.
Pero como en
tantas ocasiones en la Vida, no es suficiente con el entendimiento.
El budismo,
el cristianismo, el hinduismo o cualquier otra filosofía o religión, señalan a
un mismo y único punto. Ver diferencias es natural, todo es diferente, incluso
lo mismo, mirado, visto, pensado, leído o escrito, incluso cuando es vivida una
misma situación, es vivida diferente, pensada y aprendida como una experiencia
diferente, cambiando incluso lo que percibimos al ver lo que parece ser lo
mismo.
Es algo, que debe de suceder a quien profundiza en el entendimiento de cualquier
experiencia de vida, porque no podemos ver, vivir o percibir algo que no sea la
Vida, y esta es sólo Una, es imposible, ver una manifestación de cualquier tipo
que no sea Vida.
Es nuestra
discriminación, nuestro sentimiento que lo que hay escrito por otra persona, es
lo que hemos entendido, que nos sirve para mitigar nuestra responsabilidad,
pues la culpabilidad siempre reside para nosotros en quien ha hecho o escrito, lo que nosotros
miramos.
Como dice
el Hokyo Zanmai: “Rechazar las palabras y apegarse a ellas es equivocado, porque son
como un gran fuego: útil pero peligroso. Describirlo de manera literaria es
mancillarlo. En la oscuridad de la noche está perfectamente claro; a la luz del
día, oculto”. Porque, incluso la simple
traducción del nombre Hokyo Zanmai, entre El samadhi del espejo precioso o El
precioso espejo del samadhi. Haría que la
percepción de lo que se ha escrito, de lo que se lee, cambie totalmente en
cuanto a entendimiento.
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