Algo tan
común en las escrituras budistas, algo sin lo que no podría existir el Zen: “La
Mente de la Sabiduría, la Mente de la Iluminación”, la mente que tiene que
encontrar la persona que quiere ser un Bodhisattva.
En una
creencia, en una sociedad, en una mente que busca erradicar todo lo que la
perturba, que trata de excluir en su existencia aquello que la envenena, que la
confunde, que la obliga al esfuerzo de encontrar lo correcto, es la búsqueda
olvidada, la mente que hemos dejado de saber de su existencia. La hemos
confinado al entendimiento de las palabras que se escribieron y que se traducen
por: “Quien hace el voto de ser el último en cruzar a la otra orilla”, “No
encontrar o buscar su salvación, su Nirvana o su Iluminación, hasta que el
último ser, sintiente o no sintiente, la consiga”.
Pero lo
que buscamos, no es, ser el último ser que consiga entrar en el cielo. Que significaría,
que todos los ignorantes, los enemigos del espíritu, aquellos que se han
burlado y creado dificultades en nuestras vidas, entrarían antes que nosotros. Que
todos los que han envenenado, los que han hecho toxica la vida en la que
existimos, los que han impedido nuestra felicidad, nuestro bienestar, nuestra
evolución, serán ayudados por nosotros, para que lo consigan antes de que
nosotros nos permitamos dar el último paso, cruzando así a la otra orilla de la
existencia.
Porque lo
correcto es crear un infierno donde todas esas gentes, sean encerradas por la
eternidad, para que no perturben el Cielo en el que Dios, nos permitirá existir
eternamente felices y rodeados de amor.
Porque lo
correcto, es que todas esas gentes sean desterradas al mundo de los espíritus
hambrientos, sin posibilidad que en toda la eternidad, puedan alcanzar el
Nirvana que nos permitirá existir en el corazón de Buda.
Cuando le
pedí a mi Maestro que me hiciese un escrito para colgar, me dio dos que tenía,
uno dice Bodai, el otro Bodai Shin. Entre los escritos que se repartían antes
de la charla mensual a las gentes del pueblo, celebrando el Kannon Sama, el que
guardé y escanee hace muchos años, dice: Bodai Shin, hay algo más escrito,
probablemente me ha sido traducido, pero no recuerdo lo que dice.
Un día en
Dokusan, hablé con Él sobre esta Mente del Bodhisattva. Le pregunté por su
significado, por que me explicase qué había que hacer para conseguirla.
La respuesta
fue, preguntarme el porqué deseaba encontrarla y conseguirla, si era lo que
había prometido al hacer mis votos en el Yukai y en la Ordenación como monje.
Si mi
compromiso, con ser el último ser en alcanzar la Iluminación, la realización de
la Naturaleza de Buda, era firme y comprometido realmente.
Le respondí
que: “Era un deseo irrealizable, que nada podría cruzar a la otra orilla antes
que yo, que nada realizaría la Naturaleza de Buda, antes que yo”.
Pero eso
no son tus votos, no es el Bodai Shin, que todo Bodhisattva promete alcanzar,
respondió.
Cantamos a
los Budas del pasado, del presente y del futuro, pero sólo hay un Buda. Prometemos
ayudar a los demás a alcanzar la otra orilla, antes de cruzar nosotros. Pero no
hay un yo que pueda cruzar, que permita que unos demás que no existen, puedan
cruzar a otra orilla, cuando la Naturaleza de Buda son las dos, dije sin saber de lo que hablaba. Cuando la única
puerta que hay que cruzar para pasar la barrera del río, tampoco existe.
Todo es
Vacío, todo es Naturaleza de Buda, todo es Buda, pero cuando quieres realmente
ser Vacío, tienes que permitir que tu propia manifestación admita hacerlo con
cualquier forma, porque es lo que hace el Vacío: Manifestarse con lo que lo
ocupa, pareciendo que se ha transformado, que ha dejado de serlo, pero es
precisamente por serlo, por lo que puede regresar al mercado, libre incluso de
ser o no ser Bodhisattva.
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