Entre mi
literatura preferida, nunca estuvieron las batallas, las guerras, si bien he
tenido siempre presente que nuestra forma de vivir es una lucha eterna, entre
lo que consideramos el bien y es bueno para nosotros, y aquello que por no
gustarnos o no tener una opinión favorable de ello consideramos el mal.
Ha habido
muchas ocasiones, en las que me enseñaron lo que era correcto, cada grupo en el
aspecto de la vida que controlan, dominan o son los entendidos y los que
explican lo que es correcto en ellos. Pero, cuando he tenido que hablar o dar
mi opinión no he podido recordar cuanto me habían enseñado, pues nunca he
temido estar equivocado, por lo que suelo dar mi visión de las cosas, aceptando
la responsabilidad.
Desde el
comienzo de la evolución del hombre, ha habido una lucha por conseguir
adaptarnos y permitir la continuidad de nuestra especie en la manifestación de
la Vida.
Es algo
que compartimos con todas las manifestaciones, las que nos precedieron, las
contemporáneas y las nuevas, aquellas que bien naturalmente o con nuestra
intervención directa, han aparecido. Adaptación al medio, las circunstancias y
las condiciones, de cada momento. Hay un tiempo que se puede vivir en
condiciones adversas y sin adaptarse, hay un límite al que pueden modificarse
las condiciones, sin que el resto de manifestaciones necesarias para la
continuidad de la nuestra, entren en conflicto.
De las
guerras no hemos aprendido, que es imposible imponer lo correcto o el bien, que
no se puede imponer la Justicia, que no se puede fabricar la Humanidad. Por lo
que toda una existencia de lucha, combatiendo por imponer a la Vida, nuestras
condiciones y forma en la que tiene que manifestarse, no nos han servido para
aprender, que no es por imposición, sino por entrega de amor, por la que la
Vida manifestará lo correcto, el Bien, sin dejar de manifestar el error y el Mal,
pero transmutados en el crisol del Amor.
Estamos en
una pandemia, en un virus, que ha evolucionado y se ha adaptado a combatir las
condiciones que nosotros hemos creado, que las usa para extenderse y que
manifiesta, que no importan las apariencias de una panacea de comunicación
entre humanos y el resto de la manifestación del Universo. Porque seguimos
aislándonos, seguimos sin respetar las condiciones y circunstancias que
permiten nuestra manifestación, buscando la felicidad y el bienestar de
nuestras ambiciones, egos y cuerpo.
Pero todo
lo que hacemos para encontrar la Sabiduría en los errores cometidos, es
discutir, argumentar mentalmente, el tipo de pastor que queremos que nos
dirija, elegir un sistema único o creencia única, que nos impongan lo que
tenemos que hacer, que los dirigentes, usen la verborrea, para decirnos que
harán lo que los filósofos y Maestros escribieron y recomendaron como forma de
convivencia.
Tratamos de
vivir mejor, de mejorar la tecnología, pero rechazamos sus cambios en nuestras
vidas, no sólo en cuanto a la forma, sino a cómo deben de funcionar nuestras
células, si quieren seguir existiendo y formar nuestro cuerpo. Porque Todo es
afectado por todo, las partes al Absoluto, y el Absoluto a las partes. Hace años que se descubrió como, sobre todo
los insectos se adaptan a las condiciones y cambios, por drásticos que estos
sean. Cucarachas y ratas que viven en medios radioactivos, hongos, bacterias y
manifestaciones que viven donde nuestro conocimiento, dice que es imposible que
estén, plantas y animales que sin explicación, hasta que no son investigados
los cambios introducidos para conseguirlo.
Y es que
no hay panaceas en la vida, la adaptación se consigue con el esfuerzo de
transmutar lo que somos, en lo que puede manifestarse en las nuevas
condiciones. Pero no es la creación de
las condiciones en las que deseamos existir, lo que nos transmutará. Sino el
respeto y amor, por la transmutación, que el resto de las formas deben de hacer
para adaptarse a los cambios, que introducimos nosotros por ambición y avaricia
de poder y económico.
Es en la
aceptación de los cambios y las circunstancias y condiciones del ahora, lo que
permitirá, respetando la competencia por existir del resto de formas de
manifestación de la Vida de la que somos parte, que nos adaptemos a las
condiciones transmutando lo que somos, no necesitando destruir lo que nos
impide ser lo que deseamos, sino usándolo para evolucionar, desde el amor y el
respeto, por su deseo de vivir.
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