Cada cosa obtenida
en nuestras vidas, es fruto de nuestro buen hacer y esfuerzo, cuando es lo que
deseamos, lo que hemos buscado obtener o poseer.
Cuando el
resultado de nuestro hacer y esfuerzo, es aquello que no buscamos, no deseamos,
y a pesar de ello somos cargados con su peso. Las razones son: que el destino
nos ha traicionado, que hemos sido castigados injustamente por un dios
envidioso, que la envidia de los demás ha hecho inútil nuestro buen hacer y
esfuerzo, o simplemente, hacemos responsable a todo, menos aceptar la
posibilidad de que podamos habernos equivocado.
Cuando los
buenos resultados son de los demás, las razones son: casualidad, ayuda divina,
o conformismo de quien no tiene posibilidad de hacerlo mejor.
Nuestros premios
en la vida, son consecuencia de nuestro hacer. Cuando recibimos lo no deseado,
decimos ser castigados, por: envidia, incomprensión, o injusticia.
Cuando alguien
consigue bienestar o felicidad, las razones son: corrupción, abuso, suerte,
falta de humanidad, ayudas espurias, y cuando menos falta de honestidad y
honradez. Todo ello debido a la ambición, avaricia y falta de escrúpulos y
empatía con las necesidades ajenas.
Todo nuestro
malestar, cimentado y apoyado en nuestra envidia, en el sentimiento de que los
verdaderos acreedores a ese bienestar y felicidad somos nosotros.
Nuestra falta
de responsabilidad, nuestra inhibición de las consecuencias de nuestras
acciones e inhibiciones, al manifestar la personalidad y sociedad que hemos
creado, nos ha llevado a encontrar en la cercanía, a los demás como
responsables de cuanto nos rodea, en el aspecto desagradable o falto de la
humanidad que se presupone. En el termino medio, la culpa es el castigo de un
dios, al que se le atribuye el engaño en cuanto a habernos creado libres, al
ser su castigo principalmente y para algunos, quizás los menos, el premio de
cuanto tienen y son. Ambos casos, es la inhibición de responsabilidad propia en
cuanto a la sociedad y la personalidad que hemos creado, si creemos en ser
poseedores del Libre Albedrío.
Las crisis,
las enfermedades, la miseria, el hambre, la pobreza, son las consecuencias de grupos
de gente poderosa sumida en la ambición, o que somos castigados por dios, por
culpa de los demás. Porque las consecuencias en las que estamos sumidos, son
por el hacer de los demás o las decisiones de abuso de algún poder.
Hemos olvidado,
que la Vida no castiga o premia. Hemos olvidado que Dios, como Padre, premia o
castiga, para ayudarnos a fortalecer nuestra Humanidad, sin la cual somos hijos
pródigos, porque hemos rechazado el ser sus hijos, a pesar de que esto sea
irrenunciable. Nunca hemos sido rechazados por Él, que nos premia o castiga, en
Su Aceptación de que seamos aquello que hemos creado, que obtengamos aquello
que merecemos por nuestros hechos e inhibiciones.
La Vida y
Dios, nos dan como Premio y como Castigo, el Ser lo que nosotros creemos,
aceptando que serán y manifestarán las consecuencias, efectos y resultado de
nuestra manifestación y elecciones en el Libre Albedrío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario