Es complicado, entender nuestras
prioridades, o tan siquiera comprender, cómo pretendemos encontrar lo que
decimos buscar.
Buscamos la Verdad, pero cuando
alguien nos la dice, pensamos que la dice de mala manera, de forma agresiva o
que es una persona a la que hay que evitar. No sé si es porque cuando decimos
la verdad a alguien, sólo decimos lo desagradable o quizás, lo que pensamos que
podría intentar cambiar, para convertirse en una persona mejor, o lo que nos
parece mal socialmente, que no tiene que coincidir con otras opiniones.
Queremos encontrarnos a nosotros
mismos, pero ver sólo lo que nos gusta, lo que creemos que nos hace grandes o
destacar por encima de los demás, sin importarnos si es bueno o malo.
Por lo que es incoherente, el que
tratemos de encontrar nuestra luz o al menos la luz interior. La luz mostraría
la realidad de lo que somos individual y colectivamente, algo que durante
siglos hemos tratado de ocultar y cuando lo miramos, le echamos la culpa a los
demás del resultado.
Buscamos la buena salud y una sociedad
que nos permita vivir felices y en paz. Pero nuestras actividades son competitivas,
nuestras relaciones son competitivas, lo que hace difícil que podamos encontrar
la paz, que podamos ser felices, porque por muchas competiciones que ganemos,
siempre habrá otras muchas que hemos perdido.
La buena salud, sólo es posible si
respetamos la Tierra y la ayudamos a tener buena salud Ella, porque somos como
la Luna, reflejando la luz y la salud de nuestro propio Sol: La Tierra.
Y es que queremos y podemos, pero no
nos movemos y si lo hacemos, es en dirección contraria a donde queremos ir.
Pretendemos que los deseos se
manifiesten por ley, pero sin hacer nada por hacerlos realidad.
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