Dedicamos la mayor parte de nuestras
vidas, a erradicar lo que hemos creado y consideramos erróneo y a crear lo que
deseamos y que obviamente no podemos tener, ni ser creado mientras es deseado.
Todo nace en la Eternidad, no hay nada
que haya nacido que pueda ser erradicado del Ahora Eterno. No hay nada que no
haya nacido, que no pueda nacer en el Ahora Eterno.
Deseamos erradicar, todo aquello que
consideramos negativo o que no nos gusta, o nos es conveniente.
Deseamos que nazca o crear, todo
aquello que consideramos positivo, deseamos o nos gusta.
Pero es obvio, que nuestro deseo de
erradicar o destruir algo, nace cuando ya ha sido creado, cuando ha nacido y
manifestado en la Vida. Algo que lo hace Existir eternamente en el Ahora.
Su erradicación, sólo es posible si no
le estamos creando como manifestación del ahora, que incluso formando parte de
la eternidad de todos los ahora, permite que no muestre manifestación como
existencia de ese ahora.
Pero su ausencia de creación, no es en
nuestro ser percibido, sino en la Naturaleza de Ser lo que somos.
El agua, nos quita le sed, forma parte
de nuestra materia, nos es imprescindible para manifestarnos en la Tierra, con
este cuerpo que nos dice quién somos.
En la Tierra las grandes masas de agua
están en el mar, en los océanos. Pero perdidos en ellos, podemos morir de sed
faltos de agua. Podemos estar sumergidos en ella, muriendo de sed.
Podemos perdernos en los bosques y
debido a que el agua, al igual que en los océanos tiene algo que se ha añadido,
puede matarnos, porque hemos contaminado los manantiales. Porque no importa, si
lo que se ha añadido a lo que necesitamos o deseamos, es natural o somos
nosotros los que añadimos algo, que nos impide poder incorporarlo a nuestro
vivir a nuestra necesidad de ello.
Buscamos incansablemente: ¨La
felicidad, la salud y sobre todo amar y ser amados”. Todo cuanto deseamos
depende del Amor, nuestra Esencia, nuestra Naturaleza: El Vacío, donde es
acogida el agua de los océanos, el bosque, los manantiales, las estrellas, la
Tierra, el Universo, sin el mínimo atisbo de discriminación, son aceptadas
también, aguas contaminadas, con sal, que no nos permite usarlas para quitarnos
la sed.
Incluso en la ausencia del deseo, es
suficiente mirar, para que aparezca el deseo de no desear.
En el deseo y la discriminación, está:
la carga, la puerta cerrada, la señal equivocada de donde queremos ir.
Es el deseo, el que necesita crear y
añadir a lo que nos ofrece la Vida, lo que envenena nuestro vivir.
Somos los responsables, cuando nos
perdemos. Somos los que necesitamos la sal en los mares, que impidan que se
hielen, conservando una temperatura que nos permita cruzarlos sin morir de frío.
Somos los responsables de aportar a la Tierra, aquello que no puede degradar,
por cantidad o por otras causas. Somos los que envenenamos la vida en la
Tierra, con nuestra búsqueda de bienestar y felicidad, y el deseo de buena
salud y ser amados.
Porque la Vida, no nos impide
disfrutar y ser felices con lo que hay. Nada impide que podamos amar a todo
cuanto existe en el Universo y sobre todo en la Tierra, que permitiría que pudiésemos
amarnos incluso a nosotros mismos.
Si amamos todo cuanto hay en el
Universo, podemos estar seguros que nunca careceremos de Amor y de ser amados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario