Esperar desespera, incluso hasta perder la esperanza.
Escuchar asevera,
incluso hasta no saber lo que nos dicen.
Saber qué esperamos
o deseamos, escuchar para confirmar lo que conocemos o sabemos, es la puerta
cerrada por donde no entra nada.
Escuchar para
asimilar aquello que necesitamos, es escuchar. No recogiendo aquello
innecesario para nosotros.
Escuchar para
confirmar lo que pensamos, es oír aquello que tenemos en mente y no lo que nos
quieren decir.
Esperar lo que
deseamos, impide percibir todo aquello que nos es ofrecido y en la
desesperación de la espera, no ver cuando nos dan lo deseado.
Es por ello por
lo que nos recuerdan, que hay que vivir con amor, con la mano abierta, con
aceptación. Es lo que origina la Gratitud de celebrar lo que nos es ofrecido o
dado, sin que aparezca, ni tan siquiera la semilla de la discriminación.
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