Shakyamuni nace en la nobleza, en un cielo carente de necesidades y sufrimiento. A su alrededor están los dioses del hinduismo, con un Brahma que crea y destruye los Universos al respirar, que tiene dioses que protegen y castigan, necesitados de ritos y sacrificios, pero que a pesar de todo no pueden evitar el sufrimiento del hombre, de la vida que se manifiesta en Mara.
Shakyamuni renuncia a todo para
encontrar en sí mismo, una salida del sufrimiento. Pero solamente cuando
abandona y desaparece el sí-mismo, logra encontrar esa salida y un porqué a ese
sufrimiento.
A su muerte, con lo que ha explicado durante
cuarenta años, se crea el budismo, que no se ponen los eruditos de acuerdo si
es religión o filosofía.
Aparentemente para ser religión, tiene
que existir un Dios supremo y creador de cuanto es manifestado en el Universo. Y
que por tanto tiene poder sobre Él, pues para crear tiene que dejar de ser una
Potencialidad del Universo en su Unidad, para convertirlo en una Entidad con
voluntad propia y necesidad de ser amado.
Al igual que en esas religiones,
creadas cuando, dios es convertido en Creador de Todo, olvidando al percibido por
el hombre en todo cuanto nos rodea, al que le dimos nombre.
Las enseñanzas que conllevan esas
religiones son palabra de Dios mismo, transmitidas a hombres que no se expresan
por sí mismos, sino que es Dios quien habla por sus bocas.
Lo escrito en budismo no difiere
excesivamente de esas enseñanzas, principalmente del hinduismo.
Pero es el propio Shakyamuni, que ha
enseñado acerca del Nirvana, las Marcas que aparecen cuando se manifiesta Buda,
y que sólo hay Un Buda cuya Naturaleza está en Todo y cada uno de los
innumerables Universos, el que nos dice en los Sutras que recogen sus
enseñanzas que no irá al Nirvana o que no hay Nirvana donde ir, que Buda no
tiene marcas de serlo, que no se tiene una Naturaleza que te convierta en Buda.
Cuando Dogen nos dice que hay que “despojarse
o arrojar cuerpo y mente”, en la práctica de Zen, responde que no hay nada que
conseguir o aprender con ello.
Cuando nos recuerda Shakyamuni que todo
es Vacío en su Naturaleza, los Maestros nos dicen que: “Si hemos desayunado que
nos dediquemos a limpiar los utensilios usados”, que, si estamos exhaustos de
tanto caminar o hemos subido a la cima del poste, que demos un paso más.
Que, tras dedicar nuestras vidas a
conseguir la Naturaleza y Mente de Buda, de alcanzar la Iluminación, debemos
regresar al mercado a satisfacer nuestras necesidades, sin montar el búfalo
domesticado y sin tan siquiera permitir que aparezcan trazas de él en nuestra
presencia. Que toda la Gran Mente, la Mente de Buda es la mente ordinaria de
cada día de mercado.
Al final lo único que nos dejan claro
los Maestros Zen es que son unos ignorantes, que no solamente no son
religiosos, que su budismo no es que no sea una religión, sino que es algo ininteligible
y absurdo.
Por supuesto Buda no nos creó, eso es
lo único que me han dejado claro. Que al igual que el dios del río, de los
bosques, del viento y demás, hay un Buda en cada Universo, que se manifiesta según las condiciones y Naturaleza
de ese Universo. Que, no es una religión
que nos diga cómo hay que verle, a pesar de haberlo descrito con todo detalle. Que,
si le encuentras en algún lugar, incluso si le ves o crees que has conseguido
iluminarte encontrando su Naturaleza en ti, que es un Buda que debemos
destruir, olvidar o incluso asesinarle.
Al final me recuerda a aquello hombres
que indefensos, daban gracias por cuanto les permitía vivir cada minuto de sus
días, y que pensaban que en su corazón todo era un mismo Universo, un mismo
Todo y que por tanto había un templo donde podía vivir Dios en cada
individualidad.
Como le conocían por el dios: Visnú,
Brahma, Ra, y un sinfín de nombres, Shakyamuni le llamó Buda, dejándole sin
Creación y sin Nirvana, pues le condenó a vivir en cada individualidad de los
infinitos universos, si era aceptado y Su Naturaleza era manifestada por la
individualidad portadora.
Los Maestros nos recuerdan que para
dejar el Sufrimiento, hay que dejar en blanco la mente, que hay que convertirse
en vacío, o que hay que montar un búfalo salvaje.
Pero riéndose, hablan de que no hay un
yo que pueda hacerlo y que no hay un búfalo salvaje para quien quiere desayunar
en el mercado, que lo único razonable y de sentido común es caminar hasta el
mercado por muy lejos que esté y limpiar cuanto hemos usado para desayunar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario