No pretendo molestaros

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Yui Shin

domingo, 27 de septiembre de 2020

ZEN


           Shakyamuni nace en la nobleza, en un cielo carente de necesidades y sufrimiento. A su alrededor están los dioses del hinduismo, con un Brahma que crea y destruye los Universos al respirar, que tiene dioses que protegen y castigan, necesitados de ritos y sacrificios, pero que a pesar de todo no pueden evitar el sufrimiento del hombre, de la vida que se manifiesta en Mara.

          Shakyamuni renuncia a todo para encontrar en sí mismo, una salida del sufrimiento. Pero solamente cuando abandona y desaparece el sí-mismo, logra encontrar esa salida y un porqué a ese sufrimiento.

          A su muerte, con lo que ha explicado durante cuarenta años, se crea el budismo, que no se ponen los eruditos de acuerdo si es religión o filosofía.

          Aparentemente para ser religión, tiene que existir un Dios supremo y creador de cuanto es manifestado en el Universo. Y que por tanto tiene poder sobre Él, pues para crear tiene que dejar de ser una Potencialidad del Universo en su Unidad, para convertirlo en una Entidad con voluntad propia y necesidad de ser amado.

          Al igual que en esas religiones, creadas cuando, dios es convertido en Creador de Todo, olvidando al percibido por el hombre en todo cuanto nos rodea, al que le dimos nombre.

          Las enseñanzas que conllevan esas religiones son palabra de Dios mismo, transmitidas a hombres que no se expresan por sí mismos, sino que es Dios quien habla por sus bocas.

          Lo escrito en budismo no difiere excesivamente de esas enseñanzas, principalmente del hinduismo.

          Pero es el propio Shakyamuni, que ha enseñado acerca del Nirvana, las Marcas que aparecen cuando se manifiesta Buda, y que sólo hay Un Buda cuya Naturaleza está en Todo y cada uno de los innumerables Universos, el que nos dice en los Sutras que recogen sus enseñanzas que no irá al Nirvana o que no hay Nirvana donde ir, que Buda no tiene marcas de serlo, que no se tiene una Naturaleza que te convierta en Buda.

          Cuando Dogen nos dice que hay que “despojarse o arrojar cuerpo y mente”, en la práctica de Zen, responde que no hay nada que conseguir o aprender con ello.

          Cuando nos recuerda Shakyamuni que todo es Vacío en su Naturaleza, los Maestros nos dicen que: “Si hemos desayunado que nos dediquemos a limpiar los utensilios usados”, que, si estamos exhaustos de tanto caminar o hemos subido a la cima del poste, que demos un paso más.

          Que, tras dedicar nuestras vidas a conseguir la Naturaleza y Mente de Buda, de alcanzar la Iluminación, debemos regresar al mercado a satisfacer nuestras necesidades, sin montar el búfalo domesticado y sin tan siquiera permitir que aparezcan trazas de él en nuestra presencia. Que toda la Gran Mente, la Mente de Buda es la mente ordinaria de cada día de mercado.

          Al final lo único que nos dejan claro los Maestros Zen es que son unos ignorantes, que no solamente no son religiosos, que su budismo no es que no sea una religión, sino que es algo ininteligible y absurdo.

          Por supuesto Buda no nos creó, eso es lo único que me han dejado claro. Que al igual que el dios del río, de los bosques, del viento y demás, hay un Buda en cada Universo, que se manifiesta según las condiciones y Naturaleza de ese Universo. Que, no es una religión que nos diga cómo hay que verle, a pesar de haberlo descrito con todo detalle. Que, si le encuentras en algún lugar, incluso si le ves o crees que has conseguido iluminarte encontrando su Naturaleza en ti, que es un Buda que debemos destruir, olvidar o incluso asesinarle.

          Al final me recuerda a aquello hombres que indefensos, daban gracias por cuanto les permitía vivir cada minuto de sus días, y que pensaban que en su corazón todo era un mismo Universo, un mismo Todo y que por tanto había un templo donde podía vivir Dios en cada individualidad.

          Como le conocían por el dios: Visnú, Brahma, Ra, y un sinfín de nombres, Shakyamuni le llamó Buda, dejándole sin Creación y sin Nirvana, pues le condenó a vivir en cada individualidad de los infinitos universos, si era aceptado y Su Naturaleza era manifestada por la individualidad portadora.

          Los Maestros nos recuerdan que para dejar el Sufrimiento, hay que dejar en blanco la mente, que hay que convertirse en vacío, o que hay que montar un búfalo salvaje.

          Pero riéndose, hablan de que no hay un yo que pueda hacerlo y que no hay un búfalo salvaje para quien quiere desayunar en el mercado, que lo único razonable y de sentido común es caminar hasta el mercado por muy lejos que esté y limpiar cuanto hemos usado para desayunar.



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