ESCUCHAR Y PENSAR

           Dice Shakyamuni que: El Buda existe porque existe el hombre y viceversa.

          Nosotros entendemos, que, si nos transformamos en Budas, iremos al Nirvana, donde todo es perfecto y positivo.

          Cuando escuchamos que la existencia es en el Ahora, pensamos que fuera de Él, todo es irreal, que no existe el tiempo, que el resto de lo que contemplamos es un sueño.

          Cuando escuchamos que todo es irreal, que las cosas son solamente lo que son manifestadas en el Ser. Pensamos que hay una equivocación en lo que percibimos, o que lo que percibimos no es la realidad de lo percibido.

          Cuando escuchamos que el Ser reside en el Espíritu, pensamos que no hay existencia real fuera de Él. Que lo que nos impide ser eternamente felices es el cuerpo, la materia o la mente, que sólo nos arrastran en el camino equivocado.

          Cuando escuchamos que todo es Vacío, pensamos en que no hay algo existiendo que pueda caber en la Realidad del Ser, que no hay un algo que somos, que amamos, que percibimos, que somos un sueño que cree existir en un ego que le separa del Espíritu.

          Y es que más que escuchar oímos, más que vivir pensamos en hacerlo o en lo que hacemos, más que entregar lo que somos al hacerlo.

          La solución la encontramos en que un Maestro nos enseñe la Verdad o que el Espíritu haga desaparecer la materia y nos deje existiendo como Espíritu, porque para tener Consciencia de que lo hemos logrado, debemos conservar ese yo que se ha convertido en Espíritu.

          Y es que hay algo más que razón en la Vida, se llama Amor.

          El equilibrio entre ambos, permite que una pareja nunca pierda el ser Una, que una multitud nunca deje de ser Una, que la multiplicidad no deje nunca de ser Una.

          El Amor no aniquila la individualidad, sino que permite la existencia de la INDIVIDUALIDAD, que siendo Una, no puede percibirse, diferenciarse, tener yo o demás, y por tanto se convierte en Vida al no poder vivir, en Amor al no poder amar, en Espíritu al no poder diferenciar la materia.

          Pero no es algo que podamos alcanzar por la lucha o el deseo. Estar satisfechos, no es por ver comida, por saber los ingredientes o incluso cocinar, sino cuando hemos comido. Algo que nos impedirá la felicidad a menos que caguemos aquello que necesita otra parte del Universo y no ha podido ser parte de nuestra individualidad.