Recuerdo a Belinda, todavía viva en mi corazón y en mí.
Me traía en las mañanas, café
instantáneo, leche en polvo y azúcar, en un pequeño recipiente de película de
cámara fotográfica.
Cada mañana, durante mucho tiempo, a
las 4 o las 5 de la mañana, me lo entregaba disimuladamente.
Es algo que nunca podré agradecer,
sólo pude entregarle una mañana, una nota:
“El verdadero amigo,
es aquél que te ayuda a Despertar”.
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