No pretendo molestaros

Al parecer, algunas personas se sienten ofendidas porque no las agrego a mi foro. No tengo, ni pertenezco a ninguno, simplemente escribo y lo publico en abierto, para que libremente pueda ser leído o comentado por las personas que lo deseen. Suelo comentar las páginas que me lo permiten y les parezca bien, de las personas que me añaden a su foro. Suele ser lo que siento al ver lo que han publicado, intentando dar una visión diferente, desde la que ha sido escrito. Lo que os agradezco.

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Yui Shin

sábado, 20 de noviembre de 2021

AL PASAR

          Publica hoy Lucía, una frase de San Agustín, según dice al pie. Es una frase corta, simple y directa al pie, como dicen en futbol:

          “Los hombres salen a hacer turismo para admirar las crestas de los montes, el oleaje de los mares, el copioso curso de los ríos, los movimientos de los astros. Y sin embargo pasan de largo, de sí mismos". San Agustín.

          Es de las frases que hacen que salgamos corriendo hacia el lugar donde señala la frase.

          Es la estampida de los seguidores que corren gozosos, para llegar donde señala el dedo del Maestro.

          La primera reacción es: mirar dentro, tratando de encontrar lo que no puede ser encontrado fuera.

          La segunda podría ser: Buscar a un yo mismo, que podría estar en parecernos a Jesús, los Santos, los Bodhisattvas o un semidios o Maestro, o sentir que reflejamos el mismo amor por un Dios que percibimos o encontramos dentro o fuera.

          Es el problema de tener un Dios, unos profetas, unas palabras y enseñanzas que nos dicen cómo, dónde y cuándo se manifiesta Dios.

          Cuál es el Dios Verdadero y los que son falsos.

          Y sin embargo encontramos que el olor de la Flor no puede ser Dios, porque sólo puede ser olido por Él mismo.

          No está en el hecho de admirar algo, donde nos desviamos de Jesús, de Skakyamuni, de Mahoma, o de cualquier Maestro que encontró Su Verdad.

          No está en cabalgar o pasar de nosotros mismos, donde caminamos sobre las huellas de otros, sin ver el camino.

          Es en la percepción de que son otros o nosotros mismos, donde está el dedo del Maestro que siempre señala allá, no aquí.



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