Tantas veces nos dicen que busquemos
el Silencio en nuestro interior, en nuestra vida, en la Meditación, que
deberíamos preguntarnos cuál es, qué es el Silencio que debemos buscar y sobre
todo, encontrar en nuestro vivir.
El
Silencio de la Meditación no es la falta de sonido o su ausencia, sino la
escucha de la Voz de la Vida.
Pero
en nuestra educación, en nuestra vida social, es importante no pronunciar
palabras desagradables, no hay que decir algo que pueda herir la sensibilidad
de los demás, incluso hay que negar la Verdad, si a la persona que se la
decimos, puede sentirse molesta, incomoda o perturbada por lo que decimos, que
podría señalarle su equivocación o reafirmarle en su verdad.
Finalmente
hemos aprendido a crear el silencio en nuestro interior, incluso hemos dejado de
decir los sonidos que pueden molestar. Hemos olvidado cuándo es correcto decir
sí o cuándo lo correcto es decir no.
Hemos
conseguido crear el silencio en nuestras vidas, para lo que hemos expulsado la
Voz de la Vida.
Todos
hablamos, criticamos y nos quejamos: De la corrupción, de la violencia, de los
asesinatos, de los abusos, de las violaciones, de la delincuencia, de las guerras,
de las invasiones de nuestros hogares, países, vidas, libertades, por poderes y
personas que han olvidado su humanidad.
Pero
es el sonido de nuestros pensamientos, de nuestras voces, que impiden que
escuchemos ese Silencio, con el que nos habla la Vida de: Respeto, de Amor, de Humanidad
y Dignidad.
Una
Voz, que nos repite incansable los principios que nosotros hemos creado y
determinado importantes para la convivencia, y que son copias en pequeño de los
Principios que establece la Vida, como origen para la Humanidad.
Si
miramos en todas esas situaciones que perturban nuestra convivencia, veríamos
que no están originados por un poder u otro, sino por los sicarios que con su
silencio y acciones los hacen posibles o realizan las acciones que alguien les
ha dicho con el ruido que oculta la Voz que deberíamos escuchar, en nuestra Meditación
de Ser lo que Decimos Ser: “Una Humanidad”.
No
es Putin, ni ninguno de los invasores de los hogares ajenos, quien lucha y
mata, sino el pueblo que se calla y guarda el silencio de la Cobardía, no el de
la Meditación, ni del que tanto se ha escrito.
Es
el silencio de los débiles, lo que permite el bullying en los colegios, el abuso
y violación de los débiles o más indefensos. Porque el abusador o el violador,
sólo pueden hacerlo aislando a quienes considera más débiles, pues su cobardía
le impide tratar de hacerlo en igualdad. Pero es quienes le siguen y ayudan o
simplemente consienten y callan, los que han confundido cómo se crea el
Silencio.
Los
gritos del sufrimiento, de la desesperación, del dolor, no se callan tapándose
los ojos o los oídos, sino escuchando la Voz de la Vida, el Silencio del
Interior de nuestra Humanidad, el Silencio de la Meditación, que nace de ser lo
somos: Seres Humanos, Vida, Hermanos nacidos de un mismo Universo de una única
Vida.
Y es que el Silencio no es la ausencia de palabras o sonidos, sino cuando habla el Amor, la Vida o incluso cuando lo hace la Humanidad.
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