Incluso llegamos a pensar que siendo
una Irrealidad, podemos estar seguros de que no somos nada, de que incluso
nuestro hacer no existe en realidad. Todo desaparecerá y quedará como un
recuerdo del sueño, cuando nos Iluminemos y lleguemos a unirnos con el Todo.
Olvidamos, que cada Individualidad,
cada Todo, está integrado por un número Infinito de individualidades.
Independientemente el tamaño, que
podamos observar en ellas, siempre siendo relativo con el nuestro, o con el
tamaño de la individualidad con el que es comparada, está integrada por ese
mismo número de individualidades: Infinito.
La importancia de una célula en
nuestro cuerpo, es que si alimentamos una célula cancerígena, podemos llegar a
destruir el cuerpo, atacado y destruido por el cáncer. Algo que descompondrá
sus individualidades y creará una individualidad nueva, que no dejará de ser el
Todo, de esa Individualidad y una parte inseparable del Todo Absoluto.
Cuando nos hablan de Dualidad,
olvidamos al mirar en el Espíritu, que no importa si se manifiesta o es
observado y explicado como Absoluto, o pensamos que hay partes que pueden
integrarse en Él, pues incluso cuando Él no puede observarse a Sí Mismo, o
cuando en la Iluminación creemos estar Integrados y eliminado la separación,
aunque Nada pueda percibirlo, siguen existiendo las dos mitades, las dos
polaridades, los opuestos, su “Así es Arriba como Abajo”.
Creemos que al final el regreso a Dios
de las partes separadas y viajeras, será donde viviremos en Paz y Felicidad.
Algo que haría necesario conservar un yo, que percibiese ese vivir.
Miramos a veces, esta existencia en la
materia, en la dualidad, donde el ego aprende a olvidar la separación de las
partes, como un sueño, en el que al final, no importa lo que hagamos, que
nuestra acción al igual que en nuestros sueños habrá desaparecido sin dejar
consecuencias visibles, que nada de lo soñado ha sido real y por tanto sólo
queda en el recuerdo de una mente, que podemos olvidar y silenciar.
El sueño de las partes del coche, es
ser coche. Pero este nunca funcionará, sin el cumplimiento de lo que son de
cada una de ellas. Si una no cumple con su responsabilidad, el coche nunca
funcionará y por tanto el coche nunca llegará a nacer.
Todas las gotas de agua, sueñan con
ser mar. Pero tienen que tirarse desde el cielo a la tierra, luchar por
montañas y valles, con cauces sinuosos y que tienen a veces que subir grandes
desniveles, o bajar por acantilados, antes de convertirse en océano, donde las
gotas olvidan y dejan de percibir que son gotas, y que abandonado el sueño de
ser mar, no saben que son océano.
A veces cuando he agradecido a mis
ojos, las cosas que me han enseñado, me han mirado sorprendidos, no por mi
pregunta, sino por no verme.
No hay Todo, sin las partes, pero no
habría partes, si no hubiese un Todo.
Pero el Todo, sólo puede ser lo que
sean sus partes, pues como Todo, sólo puede ser la Aceptación y el Amor, que
permite acoger sin discriminación, que permite que el Todo sea lo que es
acogido.
La importancia de lo que hacemos, de
lo que somos y manifestamos, es que el Cielo, el Dios que encontraremos, será
el Todo que hayamos creado, como parte.
El Todo nunca deja de Ser, las partes
tampoco. Pero las partes sólo pueden manifestarse como Todo, y el Todo Es las
partes, cada una y todas.
Pretendemos o creemos que
conservaremos un yo, que llegue a la meta y celebre su triunfo, que sea
consciente del logro.
Pero despertar, es olvidar que somos
una parte, para sin dejar de serlo, Ser Todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario