Olvidados del primer paso, del
Principio que rige todos los Universos: Un Universo muestra y manifiesta el
equilibrio de sus partes. Un Universo no son estrellas, galaxias y planetas,
sino cada individualidad.
Su manifestación de Felicidad, depende
exclusivamente de la que crean sus partes. Porque no hay más felicidad que la
que es creada en ese Universo, que no puede vivirla si no la entrega a otro
Universo separado o existente en otra individualidad. Creando con ello el Amor
de la Unión en otra nueva Individualidad.
Mirando en sociedades pasadas,
retrocediendo en el tiempo cuanto queramos o podamos, vemos que todos ellos
buscaron la felicidad. Es el único signo, que necesitamos para estar seguros de
que no la habían encontrado, manifestado en su propia búsqueda.
Sociedades en los que la familia era
importante, permaneciendo unidos y luchando por conseguir vivir desahogadamente
o simplemente vivir. Todos conviviendo en una misma aldea, en un mismo hogar.
Todos dedicados al negocio familiar para conseguir comida y seguir existiendo.
Tener hijos era importante, pues
podían trabajar o ser vendidos para la mendicidad, el servicio de los ricos o
la prostitución, o a cualquiera que pagase para casarse o usarlos en su propio
beneficio.
La Industrialización, el poder
realizar más trabajo, trajo la reducción en el número de hijos. Sólo los que se
podían mantener y eran necesarios para satisfacer nuestros deseos o que
contribuyesen para cobrar nuestras pensiones. En la seguridad de que
necesitaríamos a alguien que nos amase y cuidase en nuestra vejez.
En diferentes épocas, se buscó el
placer como sustitutivo de la felicidad, se la confundió con la alegría, con el
cumplimiento de las ambiciones, con llegar a las metas deseadas.
Ni las bacanales, ni el triunfo en las
guerras robando y violando a los enemigos, ni el amor libre y homosexual de los
griegos, logró que encontrásemos una felicidad real.
Hoy no hemos cambiado el camino o la
dirección en nuestra búsqueda de la Felicidad.
En la televisión escucho hablar de
poliamor, de amar a la persona sin mirar el género, incluso el amar sin mirar
lo que es lo amado.
Pero en general, lo que veo es la huida
de la responsabilidad individual, la renuncia a la responsabilidad de lo que
somos, para vivir como deseamos o queremos.
El Amor es entrega, no de algo, sino
de todo cuanto se es. Todo cuanto nos rodea es Vida, llámese energía, materia,
espíritu, vibraciones o el nombre que deseemos darle. Nosotros somos lo que
rodea a los demás. Todos somos una misma Vida que sólo puede entregarse a Ella
misma. Y manifestarnos como Vida, significa materializar ese Amor, que nos
permite vivir, siendo una sola Individualidad.
Porque lo que se manifestará es el
Equilibrio de todas las manifestaciones, como Vida.
Amar no es el sexo, ni la satisfacción,
ni conseguir lo deseado. El Amor se manifiesta como Responsabilidad en
manifestar lo que somos, no lo que deseamos o pensamos que somos.
La Felicidad nace de la entrega, a lo
que somos: Amor y Vida. O responsabilidad de Ser lo que somos.
Vivimos en una sociedad que busca la
Libertad y Felicidad en sus derechos, olvidando lo que somos, para vivir como
deseamos ser.
Para saber la corrección de lo que
deseamos y cómo vivimos, sólo hay que mirar la sociedad que hemos creado, que
muestra el equilibrio de nuestra convivencia.
Si no podemos dejar las puertas
abiertas, si no podemos decir nuestra verdad, si no encontramos lo que
perdimos, pasado el tiempo al recorrer el mismo lugar, es porque hemos olvidado
nuestra humanidad, que somos Vida, que nos manifestamos como Amor. Que el
equilibrio que deseamos en nuestra llamada libertad, es el que impide el
nacimiento de la Felicidad.
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