Todos
los días, sale el Sol por el este, nos ilumina, nos alumbra y deja su energía
en los alimentos que mantendrán nuestra vida, hasta su regreso.
En
cambio, olvidamos durante todos los días de un año, ese anuncio de Iluminación,
que nos recuerda el Sol cada día.
Durante
un año, olvidamos la luz de nuestra humanidad y el amor, esperando que nos
digan: Es Navidad, para dedicarnos a estar alegres, hablar de amor y esperanza,
comprar de todo, divertirnos, cometer excesos, porque es la única forma de
manifestar nuestra alegría.
Alegría
que deseamos mantener, pidiendo: Bienestar, salud y sobre todo que nos amen y
tengamos dinero.
Al
día siguiente el Sol vuelve a recordarnos que la Luz, está en nosotros, que no
podemos pedirla, ni esperar a que Él nos la traiga.
Fiel
a ser sólo un recordatorio, cada día se marcha, para recordárselo a todos
cuantos vivimos en la Tierra.
La
Vida no nos ha creado y dejado Libres en nuestra manifestación de vivir, para
que estemos esperando al cumpleaños o a un problema o situación grave, para que
nos propongamos cambiar y corregir nuestros errores.
La
Vida no encuentra Luz en nuestra manifestación, que es lo que la Vida sabe y
conoce que ES. Ella sólo se dedica a ser Vida, que es su responsabilidad.
El
cambio y el manifestarnos como humanos, no es sólo un propósito de un día al
año. El corregir nuestros errores, el manifestar nuestra humanidad, no es el
propósito del cumpleaños o cuando nuestra vida está en peligro o decepcionada.
Ser
humanos, es lo que debemos ser Ahora. Por lo que no hay que hacer propósito de
cambio, sino cambiar nuestros errores en el siguiente ahora.
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