Vemos tan complicado encontrar la
verdad de algo, que nos parece difícil, que algo pueda reflejar la verdad.
Escuchamos tantas filosofías,
religiones, opiniones, teorías científicas y hay tantas controversias en cuanto
nos manifiestan y vemos, que pensamos que es imposible encontrar una Verdad
permanente, constante y que no nos defraude, manifestando lo contrario de lo
que nos han dicho o hemos esperado.
Obviamente, es la verdad que
encontramos, la que somos incapaces de relacionar o encontrar en la Verdad, esa
que nos ha sido señalada por el dedo de los Maestros, que podemos contemplar a
nuestro alrededor, que podemos vivir y manifestar, si somos capaces de abrir
nuestros ojos, si somos capaces de encontrar la luz necesaria para ver con
nitidez cuanto sucede en Nosotros como Universo, como Uno. Si somos capaces de
ver algo más que nuestros intereses y expectativas, de lo que nos debe ofrecer
el Universo, para aceptar su Verdad.
Creemos, que la Ley del Universo es la
Vida y la Muerte. Sin embargo, hace miles de años que en el hinduismo y el
budismo, la Ley dice que es la transmutación, la transformación o la
impermanencia, lo que es la Ley Universal.
Decimos que lo que crea el Universo es
la energía, que: “No se crea ni se destruye”. Algo que nos dice que sólo puede
manifestarse en su impermanencia, cambiando su manifestación y apariencia, por
medio de la retroalimentación, más que por autofagia. Siendo Una y Eterna la
energía que se manifiesta, no tiene otro alimento que a sí misma, pero que no
significa que se come, sino que se transforma por medio de la alimentación y
equilibrio entre sus diferentes formas de manifestación.
En el cristianismo, celebramos una
semana que llamamos, Santa, sin que realmente encuentre la lógica del porqué.
El Hijo de Dios, podríamos mirarlo como la manifestación del Universo y su
dualidad, que nos permite observarlo y observarnos a nosotros mismos.
Hemos crucificado a sus otras criaturas,
lo mares, la tierra y el aíre de nuestro hogar. Hemos asesinado nuestra
humanidad. Y obviamente hemos negado y desterrado la manifestación de nuestro Padre,
de nuestras vidas y manifestación del Padre, en el Universo que hemos creado.
En nuestra Ignorancia, hemos decidido,
que para poder seguir eternamente: crucificando, asesinando y desterrando de
nuestro ser, la divinidad que debería correspondernos por herencia, era
necesario que resucitase al tercer día, o lo que es lo mismo que el Padre, sea
el que solucione todos los problemas que vamos creando, para que podamos
continuar creándolos eternamente.
Nacimos en el Paraíso, donde todo se manifestaba
en armonía y la responsabilidad individual permitía que todos nos respetásemos
y amásemos, independientemente de la forma y del tipo de manifestación. Algo
que nos debió parecer aburrido, por lo que decidimos, no alimentarnos, sino
comernos otra manifestación de la Vida, para conseguir poder, en la nuestra.
Plantas, animales y cualquier forma en
la que se manifiesta la Vida, se entrega como alimento, para que la Vida siga
manifestándose en el cambio de su Impermanencia. No es un sacrificio, sino la
aceptación de que siendo la Vida Infinita y Absoluta, no tiene otra forma de
alimentarse, que no sea la transmutación de alimentarse de Sí Mima.
No como manifestación de ego o gula,
sino como manifestación del Amor, que es la primera y única Ley de la Vida.