No pretendo molestaros

Al parecer, algunas personas se sienten ofendidas porque no las agrego a mi foro. No tengo, ni pertenezco a ninguno, simplemente escribo y lo publico en abierto, para que libremente pueda ser leído o comentado por las personas que lo deseen. Suelo comentar las páginas que me lo permiten y les parezca bien, de las personas que me añaden a su foro. Suele ser lo que siento al ver lo que han publicado, intentando dar una visión diferente, desde la que ha sido escrito. Lo que os agradezco.

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Yui Shin

domingo, 20 de octubre de 2013

MI RESPONSABILIDAD

          Es difícil en la vida encontrar a quien reconoce la responsabilidad de sus acciones, decisiones, o la falta de ellas. Nuestra vida, la vida de la cual disfrutamos o sufrimos, es la herencia de nuestra forma de vivir a nivel individual y colectivo y de lo que hemos hecho  o dejado de hacer. Lo que hemos heredado y lo que estamos creando, está construido tanto por la ejecución, como por omisión en nuestras acciones.      
Llevamos toda una vida culpabilizando a: Dios, el destino, la vida, al diablo, los demás, etc., de nuestro devenir, de nuestra responsabilidad, del resultado de nuestras decisiones y de todo lo malo que nos acontece. En realidad, de lo único que aceptamos a veces las consecuencias, es de lo bueno que pasa.
          Es por ello que vivimos en una constante pelea con todo, nuestro sentimiento es: “tenemos que conseguir lo que queremos, con la oposición del resto de la vida”. Somos “yo contra el universo”.
          Nuestro concepto básico de vida es el de separación, cada individuo, cada grupo, obtiene su personalidad como resultado de aquello de lo que se siente separado.
          Nuestra materia está separada de la mente, el alma y el espíritu; nuestra etnia, raza o nacionalidad, luchan contra las demás por su existencia o por supremacía; nuestra ideología, religión, posición social, nuestra individualidad, etc., luchan contra lo que es diferente, nuestra verdad, la única y suprema verdad, solo encuentran su estabilidad en la confrontación, la lucha contra los demás.

          Que fácil es en la vida, al caminar, echar el pie izquierdo tras el derecho, que poca polémica, que pasotismo el de los ojos cuando vemos algo y continúan indiferentes a si, son los ojos, o el cerebro quien ve realmente, parece mentira que las manos no tengan problemas, ni discutan cual de las dos hace más y mejor, qué difícil es saber cuál es el oído a través del que hemos escuchado algo. Pero esto es algo natural, en la vida, todas las partes de una individualidad trabajan para la totalidad, de una manera desinteresada y fuera de egoísmos. No existe el concepto de separación, de independencia, o esfuerzo para obtener un fin, ni a nivel propio ni por parte de la individualidad de la que se forma parte.
          El trabajo, el esfuerzo, nace de la propia esencia, naturaleza o seidad de la individualidad propia de cada cosa o parte. Por ello el ojo no tiene noción de ver, no realiza la acción de ver, no compite con otro ojo, ni discute si es él u otra parte la que ve. Su acción no tiene propósito, no intenta proteger a nada, ni disfrutar de lo que hay, simplemente se dedica a ser ojo.
          De todo cuanto existe en el universo, solamente el hombre y los animales que conviven con él, tienen el concepto de separación tan desarrollado y les origina la mayor parte de su problemática. La vida, la naturaleza no participan de esta dualidad y por lo tanto no tienen esta percepción del sufrimiento tan acuciada, ni viven en el conflicto continuo, propio de la separación dual.
Al igual que el ojo y casi todo lo que existe, la vida no tiene propósito, meta, noción de ser o finalidad en su devenir. Simplemente es lo que debe ser: vida. Hace lo que se supone que la vida debe hacer, siente lo que la vida debe sentir, quizás por ello la única manera de percibirla, sea a través, de su manifestación en todo cuanto existe a cualquier nivel, tanto en la vida real, como en la irreal o ficticia. La vida como tal no es percibida directamente, pero nada puede nacer o morir sin su participación, pues entre la vida y la muerte lo que percibimos es la manifestación de la vida en cada existencia individual.
La alegría de la flor, de la juventud, del pájaro, del cielo, de la tormenta, de las estrellas, y la alegría que pueda ser sentida por cualquier ser, en cualesquiera circunstancia toda ella proviene de la vida, única fuente de inagotable alegría. Las penas, el sufrimiento se originan en nuestra inagotable fuente de: egoísmo, separación, falta de entrega al resto de la vida, incapacidad de integración y sentimiento de posesión.
La vida puede ser maravillosa, pero no cuando prima la separación entre: personas, pueblos, países, idiomas, creencias, situación social o profesional, costumbres y podríamos seguir indefinidamente.
La vida es maravillosa cuando todo aquello que nos diferencia, sirve para enriquecernos; porque no hay dos cosas iguales en la vida, las diferencias son infinitas, cuando disfrutamos y vivimos estas diferencias enriqueciéndonos con y por ellas, nuestra capacidad de enriquecimiento interior, también es infinita.
¿Quién puede no ser feliz viviendo así?


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