Algunas personas me comentan, el ¿por qué? Mi Maestro es la única persona que nunca trató de enseñarme, ni me enseñó nada.
Mi Maestro nunca intentó que yo aprendiera su verdad, incluso me previno de las verdades de Buda y Jesucristo, de cuantas verdades (todas ellas buenísimas) pululan por el mundo.
Solamente una ropa me viste, no solamente el cuerpo, también mi personalidad, solamente mi ropa dice quien soy, porque es parte de mí.
Hay ropas mucho más caras, bonitas y bien hechas, probablemente todos dirán que me sientan mejor que las mías, pero siempre me quedará la duda de: ¿Quién es, el que viste esas ropas?
Mi Maestro como buen jardinero, trató de que yo aprendiese, sobre todo, que solamente hay una verdad digna de ser llevada por mí, “La mía”. Que solamente hay una verdad que dirá, que lo que estoy haciendo es parte de mí.
Hay verdades mucho mejores que la mía, pero solamente para ellos, la mía es lo que yo soy, ¿qué otra puede competir con ello?
Mi verdad no está exenta de equivocaciones, que me dicen lo que soy y lo que me falta para convertirme en lo que Soy. Lo que soy, es lo que me llena, impidiendo que la Vida pueda manifestarse y ser vivida por quien Soy. Lo que Soy, es la Aceptación y Entrega del Amor, donde Todo es recibido, Siendo Vida.
Pasamos nuestras vidas, buscando la verdad y a alguien o algo que amar, y aún encontrándola, nos vamos con la duda, de si el esfuerzo y lo encontrado han sido suficientes.
Mi Maestro me sumió en la ignorancia al no enseñarme nada. Ahora solamente puedo ser: Mi verdad, e intentar Amar lo que encuentro y si no lo encuentro también, para no tener que pensar. Es la vida del vago, que trata de vivir, en los brazos de la Vida.
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