A diario vemos y oímos, las nuevas barbaridades que se han hecho en nombre de Dios. Terrorismo religioso, matanzas porque le llamas por un nombre u otro, atentados y falta de conocimiento y aceptación de la VIDA. Pero quizás lo peor de todo es que le hemos dejado de ver, de sentir, de conocer, en su realidad del día a día, en todas sus manifestaciones o falta de ellas en la vida que nos rodea.
Nos olvidamos que es: el Innombrable, el Eterno, el Amor. Él nunca puede discriminar, nosotros si verdaderamente le amasemos, tampoco lo haríamos.
El hombre, la mujer, los niños nacidos o no, los animales, las plantas, el universo, los universos, etc. todos somos hijos unigénitos de ese Dios Único, todos somos una parte y Él mismo, en su Absolutez.
¿Cómo podemos decir que hacemos terrorismo y matamos en su nombre?
¿Cómo podemos discriminar a los demás y hacerlo en su nombre?
¿Cómo podemos no respetar: su creación, nuestras propias vidas, cuanto existe para que podamos vivir y disfrutar y culparle a Él maldiciendo o negando su nombre?
En nuestra ignorancia, hemos olvidado que no tiene nombre, que es el Innombrable y para entendernos entre nosotros, le hemos llamado por muchos y diferentes nombres, y obviamente le hemos confundido con el de los libros, las leyendas o las iglesias de las diferentes religiones. Hemos olvidado que Él es Absoluto, y en nuestra equivocación alimentamos el odio y la indiferencia, que solo puede revertir en nosotros.
La ley para una convivencia feliz, sencilla, satisfactoria, llena de respeto por todo lo demás y por nosotros mismos no parece tan complicada. Dios es el Todo, el Absoluto, el Innombrable, es por ello que para poder entendernos entre nosotros le llamamos Dios.
Es fácil de apreciar en nuestra convivencia diaria, la falta de respeto por lo que es diferente a nosotros, menospreciamos tantas cosas que nos rodean a diario, que no es de extrañar nuestra insatisfacción y falta de felicidad.
Discriminamos a: personas, animales y cosas diferentes a lo aceptado como normal, unas religiones a otras, las personas de un sexo al otro, las personas de un color diferente de piel, otros tipos de vida, en general discriminamos y no aceptamos, a todo aquello que nos permite enriquecer nuestras vidas.
Aún siendo el Innombrable, lo que le define, a lo que contestaría si pudiera sería a nosotros, al universo, a la vida que hay en él. Somos nosotros, la vida, el nombre por el que Él atiende, de la misma manera que nosotros no nos llamamos a nosotros mismos y somos nuestro nombre, Dios no tiene nombre y siendo nosotros Él, somos también Su Nombre.
Nuestra falta de: respeto, aceptación y amor; nuestra discriminación y deseo de destruir lo diferente, nos lleva a la falta de compromiso y alejamiento de la felicidad.
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