Estaba meditando
un día, cuando me pasé a ver el Paraíso, quedé estupefacto por su belleza, así
que fui a ver a Dios y le pregunté: “¿Cómo se te ocurrió, crear ese muermo y
poner allí a los pobres y futuros Primeros Padres?”. Por primera vez había
entendido lo de hacerle caso a la serpiente y comerse la manzana.
Nunca encontraremos un lugar más bello y perfecto que el
creado como hogar del Universo, de donde vendría toda la Vida que disfrutamos
ahora, llamado Adam, y su Naturaleza de Vida, llamada Eva, los que en la
segunda eternidad serían llamados Primeros Padres, creadores del Primer Pecado
llamado Dualidad.
En su
perfección, en el Paraíso no existían: La muerte, el tiempo, ni la dualidad al
no existir su principio. ¿Cómo podría haber dualidad sin tiempo, ni muerte?
Al no haber
tiempo, todo existía en el Ahora, pero uno muy peculiar como veremos. Al no
haber muerte todo existía eternamente, pero también, como se existe donde no
hay muerte.
Nada más
entrar, te quedas extasiado de las altas montañas con sus picos nevados, sus
inmensos ríos llenos de agua, sus océanos, sus bellos animales y aves, sus
plantas y árboles floridos, llenos de frutos apetecibles, y en Él, los
afortunados Adán y Eva como únicos humanos.
En las montañas, con los copos de nieve suspendidos en el
aire, las flores eternamente siendo flores, los frutos siendo frutos, las hojas
de las plantas siendo siempre hoja joven o adulta, los ríos en eterno orden
donde las aguas siempre ocupan el mismo lugar, cada átomo, cada gota
perfectamente en su sitio, los animales adultos siempre serán adultos y los jóvenes
nunca crecerán, ni envejecerán.
Los frutos no
tienen semilla porque nunca serán comidos, las plantas que hay nunca morirán,
con lo que es innecesario que nazcan otras. El fruto siempre será fruto, sin
haber sido flor; la flor conservará su lozanía y sus pétalos, pero nunca será
fruto, por lo que su olor, su aroma es innecesario, pues quién lo olerá si no
existe el tiempo.
Entre ellos
Adán y Eva, niños, jóvenes, adultos y ancianos, ocupando inmóviles la posición
de cada una de sus etapas, de cada uno de sus eternos momentos. Sin nada que
decir, sin conocer a Dios, sin saber quién era el otro, sin saber tan siquiera,
quienes eran ellos mismos.
Todo era
perfecto, eterno, al no existir la muerte o el tiempo, Dios los creó en la
Eternidad, con todas las situaciones que podrían vivir, situándolos en cada
ahora en la posición y circunstancias que crearían. No sentían deseos, por lo
que no necesitaban expresarse o tener que hablar, existían en un ahora sin tiempo,
por lo que al igual que las aguas del río, carecían de movimiento. Sin muerte,
existiendo solamente en la eternidad, los copos de nieve, nunca serían agua,
los que caían de la nube, nunca llegarían a posarse en la montaña, y la montaña
nunca sabría del mar, a pesar de estar unida a él por el río, puesto que
ninguna gota de agua del mar, sería nunca lluvia.
En su Infinito Amor, y aún siendo contrario a: La muerte,
el tiempo y la dualidad, con su sufrimiento, tan cambiante e imprevisible, Dios
suspiró, no fue una respiración tan siquiera, solamente un ligero suspiro, que
al pasar por el inmóvil viento, lo agitó, produciendo el movimiento en las
hojas y la hierba, en los copos de nieva y las gotas de lluvia. A continuación le
hablo a los infinitos e inmóviles, Adanes y Evas, explicándoles, que en Él
existía la Gran Dualidad, que siendo Nada, Eterno, Todo, sin poder separarse,
había dos mitades y que si querían moverse como las hojas y las gotas de
lluvia, tendrían que alimentarse de la dualidad, del bien y del mal, existente
en el tiempo, que es el que une los diferentes ahora, permitiendo recordar y creándonos
el sufrimiento.
Que para que el mar conociera la
montaña, las flores se transformaran en frutos, ellos pudieran vivir su vida, y
crear nueva vida, tendrían que aceptar también la dualidad de la vida, llamada
muerte. Para que decidieran sabiendo lo que tenían que aceptar, les dio una
nueva eternidad en el Edén, experimentaron el tiempo, la decadencia y la
transformación en una nueva expresión de vida, atravesando por su hermana la
muerte.
Estamos aquí, en el lugar que
elegimos, porque es donde podemos crear nuestro Paraíso. Deseamos que todo sea
diferente, vivir en un lugar sin tiempo, muerte o decadencia, donde seriamos
Felicidad, por la inexistencia de la infelicidad, pero esa Felicidad nos
impediría ser felices, al igual que sin muerte no nacería nada, y sin tiempo,
¿Cómo podríamos unir los infinitos ahora, de un Ahora Eterno?
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