Hace mucho tiempo que el hombre
descubrió el fuego, un poco menos desde que pudo producirlo por sí mismo. Lo
que sí podemos imaginar es, que pronto descubrirían algunas de sus ventajas,
aparte del calor que nos da en las frías noches, por ejemplo: lo fácil que era
encontrar la cueva en las noches oscuras al grupo, simplemente guiándose por la
luz de la hoguera en la tribu.
Cuando
aprendimos a caminar sobre las aguas, utilizando los troncos de los árboles,
comenzamos a pescar y explorar nuevos espacios, para lo que era conveniente
encender un fuego en la costa para no perderse en la oscuridad.
Esto nos
permitió tomar mayores riesgos, pudiendo alejarnos más de nuestros centros de
vida. Es de suponer que sería una cuestión de tiempo, que al igual que los
insectos eran atraídos a la luz, alguien utilizaría la luz para atraer a los
cándidos o perdidos viajeros, para robarles o esclavizarlos. Para ello, era
importante que la hoguera estuviese rodeada de oscuridad e impidiese ver lo que
ocultábamos tras su luz. También era un foco de atracción para los saqueadores,
que podían encontrarnos fácilmente por medio de nuestra ostentación de luz.
Así, por
ejemplo, un pirata pobre y sin barco encendía una hoguera en las noches oscuras
cerca de la costa, y aquellos perdidos o con necesidades, se acercaban
confiados para perder a veces incluso sus vidas, otras también sus almas.
Los
Grandes Maestros, nunca han iluminado el camino de nadie, Ellos saben que la
luz de cada camino debes ser el propio caminante, que no podemos portarla,
porque es precisamente nuestra propia luz la que es el Camino. Por ello Buda
nos dice: “Todos somos Buda,
independientemente de nuestra condición y naturaleza. Todos somos la Luz de la
Naturaleza de Buda”. Sabiendo esto,
¿Cómo va a pretender o creer que puede iluminarnos?.
Es por
ello, que no crean religiones, ni se consideran luz de nadie, ni tan siquiera
escriben enseñanzas que iluminen nuestro camino. El Maestro sabe que somos luz,
no la lámpara, sino la Luz de la Vida. La Vida como Vacío es Luz no percibida,
al no haber dualidad podríamos incluso llamarla oscuridad, pero sería simplemente
una manifestación dual el intentar: conocer, percibir o manifestar a Vida.
En un
escrito reciente, decía que el Maestro aumenta o disminuye su luz a voluntad,
para que nosotros percibamos nuestra poca luz o para que no se nos suba el ego.
La percepción de nuestra propia luz, solamente podemos percibirla por
contraste, porque no tenemos luz, somos Luz.
“Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas,
sino que tendrá la luz de la vida”. Juan 8:12. Podemos seguir a la lámpara, veremos su luz siempre que
seamos oscuridad o nuestra luz sea pequeña, pero tendremos que ir en caminos de
otros, algo que nunca nos dejaría hacer un Maestro. Por ello, todo lo que se
escribe es posterior a la enseñanza directa del Maestro, dependiendo del conocimiento
y las intenciones de quien lo escribe. Posteriormente, cuando el trabajo es
dirigir y llevar al grupo a una meta vuelve a pasar lo mismo, nuestra visión
estará limitada por nuestra propia luz, en contraste con la de la lámpara que
nos guíe en cualquier aspecto de la vida.
Los
Verdaderos Maestros, simplemente hacen que sientas la seguridad, la certeza
suficiente para poder vivir en la “Gran Duda”, descubriendo tu propia luz que
puede ser por cualquier circunstancia, porque Todo en la Vida muestra la Luz de
la Vida, pero nosotros solamente miramos nuestra oscuridad, lo que hace que el
encuentro con nuestra propia luz sea tan a menudo repentino. Nunca, nunca,
dejamos de ser Luz, pero para los ojos cerrados la Vida es oscuridad.
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