No pretendo molestaros

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Yui Shin

lunes, 25 de septiembre de 2017

BUSCANDO LA LUZ

          Hace mucho tiempo que el hombre descubrió el fuego, un poco menos desde que pudo producirlo por sí mismo. Lo que sí podemos imaginar es, que pronto descubrirían algunas de sus ventajas, aparte del calor que nos da en las frías noches, por ejemplo: lo fácil que era encontrar la cueva en las noches oscuras al grupo, simplemente guiándose por la luz de la hoguera en la tribu.
          Cuando aprendimos a caminar sobre las aguas, utilizando los troncos de los árboles, comenzamos a pescar y explorar nuevos espacios, para lo que era conveniente encender un fuego en la costa para no perderse en la oscuridad.
          Esto nos permitió tomar mayores riesgos, pudiendo alejarnos más de nuestros centros de vida. Es de suponer que sería una cuestión de tiempo, que al igual que los insectos eran atraídos a la luz, alguien utilizaría la luz para atraer a los cándidos o perdidos viajeros, para robarles o esclavizarlos. Para ello, era importante que la hoguera estuviese rodeada de oscuridad e impidiese ver lo que ocultábamos tras su luz. También era un foco de atracción para los saqueadores, que podían encontrarnos fácilmente por medio de nuestra ostentación de luz.
          Así, por ejemplo, un pirata pobre y sin barco encendía una hoguera en las noches oscuras cerca de la costa, y aquellos perdidos o con necesidades, se acercaban confiados para perder a veces incluso sus vidas, otras también sus almas.
          La necesidad de luz es porque creemos que no tenemos la propia. En nuestros días, podemos ver los hogares, las carreteras, cualquier espacio público o nuestras celebraciones, llenas de luces de todo tipo y color, pero seguimos siguiendo lo que el foco ilumina, simplemente porque debido a nuestra falta de luz no podemos distinguir la naturaleza de la luz que estamos siguiendo. Para conocer lo que la luz oculta, es imprescindible ser poseedores de una luz propia, que permita al menos distinguir en la oscuridad qué se produce alrededor de la luz y ver hacia dónde nos guía esa luz, esto es lo que podríamos llamar parte de la Gran Duda, esa interrogación profunda de qué hay oculto o cuál es la naturaleza de la luz, que nos impide ver por nosotros mismos lo que hay oculto en la oscuridad de su alrededor.
          Los Grandes Maestros, nunca han iluminado el camino de nadie, Ellos saben que la luz de cada camino debes ser el propio caminante, que no podemos portarla, porque es precisamente nuestra propia luz la que es el Camino. Por ello Buda nos dice: “Todos somos Buda, independientemente de nuestra condición y naturaleza. Todos somos la Luz de la Naturaleza de Buda”. Sabiendo esto, ¿Cómo va a pretender o creer que puede iluminarnos?.
          Es por ello, que no crean religiones, ni se consideran luz de nadie, ni tan siquiera escriben enseñanzas que iluminen nuestro camino. El Maestro sabe que somos luz, no la lámpara, sino la Luz de la Vida. La Vida como Vacío es Luz no percibida, al no haber dualidad podríamos incluso llamarla oscuridad, pero sería simplemente una manifestación dual el intentar: conocer, percibir o manifestar a Vida.
          En un escrito reciente, decía que el Maestro aumenta o disminuye su luz a voluntad, para que nosotros percibamos nuestra poca luz o para que no se nos suba el ego. La percepción de nuestra propia luz, solamente podemos percibirla por contraste, porque no tenemos luz, somos Luz.
          “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Juan 8:12. Podemos seguir a la lámpara, veremos su luz siempre que seamos oscuridad o nuestra luz sea pequeña, pero tendremos que ir en caminos de otros, algo que nunca nos dejaría hacer un Maestro. Por ello, todo lo que se escribe es posterior a la enseñanza directa del Maestro, dependiendo del conocimiento y las intenciones de quien lo escribe. Posteriormente, cuando el trabajo es dirigir y llevar al grupo a una meta vuelve a pasar lo mismo, nuestra visión estará limitada por nuestra propia luz, en contraste con la de la lámpara que nos guíe en cualquier aspecto de la vida.
          Los Verdaderos Maestros, simplemente hacen que sientas la seguridad, la certeza suficiente para poder vivir en la “Gran Duda”, descubriendo tu propia luz que puede ser por cualquier circunstancia, porque Todo en la Vida muestra la Luz de la Vida, pero nosotros solamente miramos nuestra oscuridad, lo que hace que el encuentro con nuestra propia luz sea tan a menudo repentino. Nunca, nunca, dejamos de ser Luz, pero para los ojos cerrados la Vida es oscuridad.
          En nuestra ignorancia, a veces soñamos con ser lámparas encendidas, pero no es posible para la luz encender la lámpara. Encender la lámpara, a veces solamente oculta la oscuridad, porque no hay voluntad de encendernos, hay grupos políticos o de poder que dicen que las religiones traen la oscuridad, que ellos son la luz, también los piratas y asaltadores, nos guiaban a su luz, ocultando la nuestra. Ninguna lámpara puede darnos su luz, por eso estando cerca de ella, hay que ser conscientes de que su intensidad de luz es creada por nuestra oscuridad. El Maestro, no nos puede Iluminar, o darnos su luz, ¿Cómo podría ser Maestro, quien quiere iluminar o guiar con su luz a Buda?.


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