No pretendo molestaros

Al parecer, algunas personas se sienten ofendidas porque no las agrego a mi foro. No tengo, ni pertenezco a ninguno, simplemente escribo y lo publico en abierto, para que libremente pueda ser leído o comentado por las personas que lo deseen. Suelo comentar las páginas que me lo permiten y les parezca bien, de las personas que me añaden a su foro. Suele ser lo que siento al ver lo que han publicado, intentando dar una visión diferente, desde la que ha sido escrito. Lo que os agradezco.

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Yui Shin

lunes, 4 de septiembre de 2017

MIEDO AL MIEDO

          Para cambiar los escritos al nuevo Office, los leo por encima para corregir algunas faltas ortográficas, de entendimiento o del cambio. Es lo mínimo posible, republicando varios pues pienso que todavía conservan su actualidad.
          Estos son acerca del miedo en nuestras vidas, con su Yin y su Yang, para llevarnos a la felicidad o al no vivir, publicados en noviembre de 2014. Gracias.

          Es terrible vivir una vida sumido en el miedo, sobre todo cuando eres consciente de sentirlo. Pero ¿Qué nos ha llevado a ese miedo, de sentir miedo?
          Los humanos a través de su evolución, han ido definiendo sus vidas, para que tengan un patrón adaptado a los conceptos que han ido desarrollando, junto con su evolución. Al principio, necesitaron un concepto que les ayudara a definir unas metas, que les ayudase en el entendimiento de la vida y que les protegiese de tanto peligro como les acechaba, este concepto fue llamado Dios. Este concepto, fue creado para cubrir unas necesidades y explicación a todo lo que no se la encontraban.
          Al igual que Pedro, una vez que nos encontramos fuertes, vencedores y orgullosos de lo conseguido, le negamos, pues queríamos recoger todos los méritos, sentir que éramos nosotros los únicos que por medio de nuestro mérito y esfuerzo, habíamos creado la vida que tenemos y conseguido dominar al resto de lo creado en la Tierra, que éramos la cumbre de la inteligencia y el único dios.
          Las ayudas, o las deudas que tenemos con todo aquello que ha sido lo que ha motivado nuestra evolución, no es algo que estemos realmente dispuestos a reconocer, ni a compartir. Razón por la cual intentamos negar su existencia de una manera u otra, pero con la pelea por echar el miedo de nuestras vidas, solamente hemos conseguido fortalecerlo y que en lugar de ser algo nuestro y querido, lo hallamos convertido en un enemigo, que limita nuestra capacidad y posibilidades de felicidad. Destruyendo la posibilidad de vivir en armonía, y compartiendo amor, en lugar de lucha por el poder.
          El concepto de Dios, lo hicimos tan bien, que por más que neguemos ahora su existencia, porque queramos ser los únicos dioses, nos ha sido imposible. Podíamos haberlo definido como algo más concreto, por su tamaño, o en años luz, ahora solamente tendríamos que hacer universos más pequeños, para que no pudiese existir. O definir su aspecto, al no verlo o genéticamente cambiar el aspecto de las cosas no se adaptaría al concepto y podríamos anunciar su muerte. Pero fue definido como Todo, Absoluto, Infinito. Pongamos la cantidad que pongamos, si es Todo es Dios, si no hay nada, al ser Todo lo que hay, seguiría siendo Dios; siendo Infinito, no podemos quitarle a Él, ni podemos quitar nada de lo que existe, porque no puede existir el Infinito menos uno, conservando el termino de infinito.
          Pero ¿por qué intentamos destruir, expulsar al miedo?, ¿Qué deuda tenemos con él?, ¿cuál ha sido su mérito en nuestra evolución?, que deseamos olvidar que existe
          Tenemos zonas de la Tierra donde al separarse los continentes o las diferentes porciones de tierra, o simplemente donde ha emergido del fondo del mar, podemos observar que los animales y plantas donde no ha habido depredadores apenas han evolucionado en millones de años. Solamente donde los depredadores han atacado a otros animales, donde las diferencias de fuerza han estado desequilibradas, donde los animales han puesto en peligro a las plantas, ha habido verdadera evolución.
          Pongamos a un animal, que no es rápido, resistente, no muy fuerte, con un tamaño que no es grande para defenderse, ni pequeño para pasar desapercibido. Todavía no ha evolucionado, está en desventaja con un gran número de competidores y qué es lo único que le protege, aquí es donde viene su importancia, porque gracias a él hemos podido protegernos de los más fuertes, nuestro miedo.
          Es gracias a la protección de nuestro miedo, que no nos enfrentamos abiertamente con los poderosos, al no tener el ego desarrollado y no saber de honor y dignidad, nuestro miedo nos decía: “Huye, pon los pies en polvorosa que tienes las de perder”, y sin saber cómo, nos veíamos escondiéndonos o corriendo cagados de miedo, pero vivos. Es gracias a este miedo por lo que vamos incrementando nuestras posibilidades de enfrentarnos a ellos, gracias a que en nuestro miedo vamos desarrollando medios y elementos para combatir, primero en igualdad, consiguiendo poco a poco la superioridad.
          Este miedo al ser natural, al no ser negado, permitía que nos uniésemos, para al estar en desventaja, compensásemos con el número. Esta unión, nacida de la debilidad y el miedo, probablemente hiciese que nos sintiésemos todos unidos en una misma procedencia, ese punto común, ese origen al que posteriormente se añadiría toda la creación, podría ser Dios, el Dios del Miedo.
          Cuando es negado, cuando es sentido como un enemigo, es cuando ese mismo miedo nos ha llevado a destruirnos entre nosotros, simplemente “por miedo al miedo”. Quiero terminar este artículo mañana, o al menos, escribir cómo este miedo está en la base de nuestras ansias de poder.


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