Van
pasando los años, a veces de ese tiempo perdido en el recuerdo vienen las
rememoraciones, las escenas de un pasado perdido en el tiempo de mi presente.
Deambulando
por Japón, llevado por mi búsqueda y las casualidades llegué una mañana
temprano, a un templo en el que me recibió un monje anciano, todavía en la
joven madurez.
Así
comenzó mi relación con el que un día llamaría mi Maestro, aún en estos días en
los que han pasado los años, ignoro si para Él he llegado a ser discípulo. Pues
al igual que un jardín puede tener un jardinero, no por ello el jardinero tiene
que tener un jardín necesariamente. ¿Qué mayor jardín que la
Naturaleza, que crece sin jardinero?.
En los
días, meses y años pasados con Él, no recuerdo ni una sola vez que me
preguntase por mis creencias, ni tan siquiera para mi ordenación fui preguntado
por ellas. A veces me he preguntado el por qué nunca me preguntó si era budista
o cristiano, por qué fui ordenado monje de Buda, si no sabían si era o no budista.
Lo normal
era pensar que tendría sus razones, sus pretensiones, que algo buscaría. Así
que pasado el tiempo y sabiendo que muchas veces lo que buscan es tu dinero, le
pregunté directamente: ¿Qué hay acerca del dinero?, a
lo que me contestó también directamente: ¿Cuánto necesitas? Aclarado qué es lo que buscábamos cada uno, pudimos
dedicarnos a ver la clase de jardín que era.
Hay tantas
y tantas formas de explicar nuestra relación con la Vida, con Dios, que me
perdí hace años en las argumentaciones, con personas que me han enseñado,
quizás no lo que me enseñaban, pero sí lo que he aprendido de ellas. Soy por
ello una flor solitaria, que ningún jardinero puede cuidar, que crece salvaje,
solamente cuidada por mi Maestro, que nunca me regó porque su amor llovía sobre
mí, que nunca me abonó creciendo en su corazón, que nunca me cuidó, ni arregló,
porque por no cambiarme ni tan siquiera me preguntó qué clase de flor era.
El Maestro
sabe que soy una flor, pero solamente la flor puede ser jardín. Él no tiene
duda de lo que soy, pero es mi trabajo, mi responsabilidad, serlo, manifestarlo
y vivirlo y expresarlo como Jardín.
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