Nací en un
entorno cristiano y católico, siendo bautizado cuando era un bebé, creciendo en
Semanas Santas de un pueblo andaluz y celebrando mi primera comunión en un Corpus
Christi. Leia el catecismo, casi para aprender a leer en una especie de guardería
y me enseñaron que solamente había una religión verdadera que era la nuestra.
En Madrid seguí,
yendo a misa, estudiando religión, incluso pertenecí a Acción Católica. Llegado
el momento, comencé a saber sobre las diferentes falsas religiones, poco, porque
nunca estuve realmente interesado en ello, pero simplemente con la convivencia,
se aprende sobre otras personas y costumbres.
Lo que aprendí,
fue que: Había un Dios, que era el que nos decía cómo teníamos que vivir, que si
no hacíamos lo que nos era enseñado por sus mensajeros, seríamos castigados, y
si éramos obedientes y cumplíamos con sus reglas seriamos premiados. Nosotros como
hijos de este Dios, éramos la cumbre de la pirámide, y todo lo demás era: para
nuestro uso, distracción y de adorno. Los que al final seriamos salvados o
condenados eternamente, según la puntuación que obtuviésemos con relación a las
reglas de comportamiento.
Nunca lo
llegué a entender, porque si vives eternamente en el infierno, ¿Por qué ibas a sufrir
si no conocías otra cosa?, vamos que sería una vida normal.
En el cielo
tendríamos todo lo que deseásemos, pero en ese caso pienso que no tendríamos
deseos, ¿Qué puede desear quien tiene de todo?. Luego me contaron que se podían
tener muchas parejas, todas jóvenes y que te gustasen. En estos días, me han
contado que al llegar te dan una “Tablet”, con un programa que en, “El Cielo
VIP”, te permite seleccionar, incluso un ojo de cada color, además el que
quieras; las piernas diferentes y de colores; puedes elegir las piernas de un
modelo, las rodillas de otro, incluso, un cuerpo de un modelo con el tipo de
piel de otro. Puedes cambiarlas tanto como quieras y en el número que te
apetezca.
En “el Cielo
de 1ª”, te dan las opciones menos detalladas y solo por partes de modelos
completas, puedes tener hasta 100 parejas y puedes cambiar una todos los años,
y a todas a la vez cada 100 años. Luego en “el Cielo normal”, te dan 20 a
elegir el primer día, y puedes cambiar una, cada 100 años. Lo demás solamente
tienes que pensarlo, pues los deseos están mal vistos.
En otras
explicaciones, podría generalizarlas en que: Dios te castiga o premia, tiene un
aspecto o no tiene forma, te tiene que salvar y dirigirte, porque nuestra
imperfección no nos lo permite, Él es el Creador y el que impone las reglas, y
sus decisiones finales serán para toda la eternidad. Nosotros somos su ojito
derecho, los únicos que tenemos alma salvable, los animales y demás vidas irán
al cielo pero para lo mismo que aquí, para ser mascotas y hacernos compañía o
entretenernos, o para que paseemos en nuestros jardines. En el infierno no habrá
nada de esto, pues no hay distracciones, ni nada que podamos amar.
Con mi vida
por estos derroteros, un día decidí irme a viajar por otros países y culturas. Tras
unos años de dar vueltas, me llevaron a la “Tierra de Buda”, mejor dicho a su
templo.
Nadie me
preguntó por mi religión, al que preguntó si le tenía que cantar a Buda sin ser
budista, se le dijo que podía hacer libremente lo que quisiera, mientras no
molestase a los demás, ni las actividades propias del templo. Eras libre de
pensar como quisieras, pertenecer y tener la filosofía o religión que quisieses
y ni tan siquiera al ser ordenado monje, fui preguntado por mis creencias.
Lo que si me
dejaron claro es que: aunque Todo fuese Buda, que Él no castigase ni premiase
mis acciones porque además de ser Buda yo era también Libertad, y esa Libertad
hacía que los logros de Shakyamuni, mi Maestro o de todos los Maestros, eran
de cada uno de ellos y que para mí eran solamente, indicaciones que me permitirían
elegir y reconocer puntos del camino que yo tendría que recorrer íntegro,
porque ni uno solamente de sus pasos, podría ser hollado por mis pies.
Yo por medio
de mi práctica estaba creando no mi buda, sino a Buda, mi realidad, mi propia
Seidad, porque lo que me sería indicado por los que lo habían conseguido, era
simplemente el esfuerzo necesario, la dedicación necesaria, las indicaciones
para poder reconocer errores, pero ni tan solo uno de mis cabellos sería
cambiado del lugar donde yo lo hubiese llevado. Saber más allá de la
Consciencia o Inconsciencia, de la Razón o la Sinrazón, de la Dualidad o
Unidad, de la Verdad o la Mentira, que Todo es Uno, Ser esa Unidad sin perder
tu individualidad, perder toda noción de Unión o Separación con el resto de la
Vida, se llama Iluminación, Realización, Meditación (no como actividad, sino
como Seidad).
Por primera vez, mi libertad y mi
eternidad no dependía de: “Seres de Luz, de Maestros Ascendidos o no, de Dios o
dioses, de alguien que me salvase y me premiase o castigase, de que fuese una u
otra expresión o energía de la Vida Única”. Mi eternidad dependía de lo que yo
cree, de lo que yo construya, de mí, lo que por primera vez me otorgó la
libertad que todas las religiones me habían prometido, con ello la
responsabilidad por lo que soy y manifiesto, tuve que ir al “Templo de la
Tierra de Buda”, para olvidarme de las religiones y conocer la RELIGIÓN, la mía
como me habían dicho, la nuestra, con mi Maestro, el Buda de Bukkokuji, “El
Templo de la Tierra de Buda”.
Excelente.
ResponderEliminar