No pretendo molestaros

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Yui Shin

miércoles, 11 de noviembre de 2015

VIDA DE LA MIERDA


          Nos hemos adaptado tanto a vivir en la discriminación, a rechazar lo negativo, lo que no nos gusta, lo que no tiene valor para nosotros, lo que no es atractivo.
          Vivimos tanto en lo que nos han enseñado, que hemos olvidado aprender, escuchar al Maestro viendo la Vida que nos rodea, al no poder observarnos nosotros mismos.
          Aceptamos como bueno lo que nos han dicho que lo es, desde muchos aspectos, desde nuestra ambición y egoísmo, desde nuestro miedo a no ser alineados en el grupo, desde nuestra irresponsabilidad al dejar que los demás, digan cómo debemos ser y cómo vivir, lo que es bueno o malo, lo que está bien o mal, lo que debemos proteger y lo que debemos destruir. En general hemos olvidado seguir al Tao, seguir a la Vida, seguir a nuestro Ser, en la única manera que puede ser realizado: Siendo.
          Rechazamos la muerte, lo putrefacto, la mierda, tratamos de desecharlos de nuestras vidas, destruirlos, erradicarlos, sin darnos cuenta que dependemos de ellas para vivir.
          Cuando el Buda eligió la flor de loto como asiento, como lugar donde posar su realidad, era consciente de lo que estaba rodeado, de lo que estaba siendo alimentado, lo que hacía que floreciera su Dharma la flor de Mahakasyapa.
          Una base de detritus, de plantas muertas, de la belleza perdida de una vida que vivía en la muerte; mezclada con polvo, que consigue que el Espíritu se manifieste en materia; agua, donde el mundo emocional se muestra con toda sinceridad, donde se admiten todas las emociones, donde no se puede tocar porque todo se diluye en la suciedad de las aguas.
          Aquí es donde nace, donde crece, donde se alimenta la flor que permitirá que Buda pueda sentarse a predicar su Dharma. Creciendo inmaculada, impoluta, sin ser tocada, manchada, ensuciada o adulterada por la muerte, las infinitas emociones o la porquería el polvo origen de la materia.
          Si miramos los ricos valles, donde crecen nuestros alimentos, donde son alimentados por la putrefacción de cuantas plantas y hojas mueren en las montañas que los bordean, por los excrementos, la mierda de cuantos animales se alimentan en toda la zona, y la mierda y desechos de las personas que viven y se mueven por él.
          Vemos un Universo que hace galaxias con polvo cósmico, ríos que mueven las aguas de nubes muertas, mares que se llenan de ríos que desaparecen en ellos, flores que crecen con su mayor hermosura donde más mierda hay. Vemos pantanos donde el hedor es de muerte, llenos de plantas llenas de vida.
          Pero rechazamos la suciedad, la muerte, lo feo, lo que nos parece que está muerto. Escribimos frases sobre la belleza, sobre lo bonito, sobre una vida que no conseguimos crear, sin darnos cuenta que fracasamos en el comienzo, al rechazar lo que puede alimentar lo que deseamos. Ninguna planta crece si no hay abono, si no tiene el alimento suficiente, y el abono se hace de lo muerto, de la mierda, de lo que no deseamos.
          Hemos enterrado en nuestras ciudades, fuera de nuestra vista, todo aquello que nos parece sucio, maloliente, o rechazable por nuestra sensibilidad, pero al no observarlo, al no tener noción de su existencia hemos perdido la capacidad de aprender de ello, hemos destruido la posibilidad de comprender su función en nuestras vidas.
          Muchas veces decimos que nuestra propia vida es una mierda, algo que probablemente desde el principio de los tiempos ha sido conocido. Pero ellos sabían que era el abono, el alimento de la civilización, de la humanidad, de aprender a crear la vida, que solamente puede nacer desde la muerte.
          Sabían que lo que naciese de ello, era su responsabilidad, su esfuerzo, su creación, y crearon el conocimiento de nuestra relación Universal en forma de conceptos.
          Nosotros hemos rechazado cuanto hiere nuestra sensibilidad, lo sucio, lo que creemos malo; hemos creado dioses responsables de lo que hacemos, tenemos pastores que dirigen nuestras vidas, hemos creados leyes para saber cómo vivir, hemos decidido lo que debe haber y lo que tiene que desaparecer de nuestras vidas.
          Solamente donde hay una gran mierda, donde se vive emocionalmente en la entrega, donde la muerte de plantas, animales y minerales, confluyen, las plantas dan hermosas flores y buenos frutos.
          No es en el rechazo donde florece la flor, sino en la aceptación, en el esfuerzo, en el Amor. Porque no es lo bello lo que se transforma en belleza con nuestro esfuerzo, sino aquello a lo que nos hemos dedicado a construir con amor, desde su opuesto.
          Si no aceptamos vivir una vida de mierda, no podremos contemplar la flor que podemos crear.


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